DISPAURENIA O COITO DOLOROSO, CUANDO EL PLACER SE CONVIERTE EN DOLOR.
Cuando una pareja sufre de dolores a la hora de llevar a cabo el coito o de plano le resulta imposible realizarlo, se enfrenta a situaciones angustiantes, que si no son atendidas a tiempo y adecuadamente pueden afectar gravemente la autoestima de quien la sufre y la estabilidad de la pareja, poniendo en riesgo la continuación de la relación. Si el coito se puede realizar y los dolores ocurren durante la penetración, el trastorno es una dispareunia, si es imposible de realizar, se esta frente a un vaginismo, en ambos casos las molestias las vive principalmente la mujer, aunque el hombre se ve privado del placer, al igual que su compañera, por estas dificultades. Pero si es el hombre el que sufre para disfrutar de la penetración, se esta frente a problemas que tienen que ver con alguna enfermedad de transmisión sexual o ante una fimosis, que es cuando el prepucio encierra la cabeza del glande y en la penetración se experimenta un fuerte dolor.
En los casos de la dispareunia y del vaginismo, las causas pueden ser físicas y emocionales. Problemas de cistitis o inflamación de la vejiga, infecciones de las vías urinarias, enfermedades de trasmisión sexual, alteraciones en el meato urinario, irritación del clítoris, resequedad vaginal por falta de estímulos adecuados al momento de la penetración, alergia al látex de los condones, vagina infantil, que suele ser muy rara, son algunas de las causas que deben revisarse con el ginecólogo y el urólogo. Si estas alteraciones son descartadas o si después de haberse resuelto, persisten los dolores y la incapacidad para la penetración, debe considerarse el aspecto psicológico y emocional, en el que se ha encontrado que una mala educación sexual, los prejuicios sexuales, la culpa, la ignorancia de los genitales femeninos y masculinos, los miedos conscientes e inconscientes, experiencias de abuso sexual en la infancia o la adolescencia, así como una conducta agresiva por parte del compañero sexual, influyen de manera determinante para que la mujer sienta dolor al momento de la penetración y esto le impida disfrutar de sus relaciones sexuales. Después de cada experiencia dolorosa, la mujer incrementara su rechazo a tener relaciones sexuales y frente a nuevas situaciones, volverá con sus angustias a contraer las paredes vaginales de tal manera que le resulte dolorosa la penetración. En el caso del vaginismo, la penetración es imposible, pues la mujer oprime con una fuerza increíble los músculos de su vagina, que no permite que entre absolutamente nada. En estos casos el problema suele ser 100% emocional y necesita de una terapia sexual y emocional para que descubra el origen de sus miedos y aprenda a relajarse y a permitir que su compañero la penetre sin sentir molestias ni miedos irracionales. En algunos pocos casos el dolor podrá provenir de un pene demasiado grande, pero aún en dichos casos existen posiciones que la pareja podría tomar para que la penetración resulte placentera. Cuando es el varón quien siente dolor en la penetración, evitará las relaciones sexuales en detrimento del placer de su pareja y de sí mismo. En estos casos deben descartarse infecciones o irritaciones del pene por alguna enfermedad de transmisión sexual o el estrechamiento del prepucio, en cuyo caso debe realizarse la circuncisión por parte del médico y tratarse con antibióticos la infección que se haya detectado. Aunque son muy raros, puede tratarse del caso en que alguna deformación del pene sea la causante del dolor en el coito y esto solo lo puede diagnosticar y corregir el urólogo o el andrólogo.
Es común que cuando se padece de alguno de estos trastornos de la vida sexual, se mantenga en silencio durante años y se consulte al especialista solo hasta que las dificultades amenazan la estabilidad de la pareja, como fue el caso de Mario, un hombre de edad mayor quien evitaba las relaciones con su esposa porque padecía de fimosis. Él amaba a su mujer con quien había procreado varios hijos y tenía más de 25 años de casado, pero le sacaba la vuelta a las relaciones sexuales y prefería masturbarse, ya que así mantenía el control de la estimulación sobre su pene y no se lastimaba. Su mujer, una bella señora, se había cansado de que él la evitará y le había pedido que buscara ayuda profesional, amenazándolo con terminar su relación conyugal si no ponía remedio a la situación. Después de trabajar un tiempo sus angustias, temores y penas para hacerse la circuncisión, acepto realizarla y su vida sexual mejoro notablemente, no sin antes trabajar sobre sus miedos, ignorancias y prejuicios acerca de la sexualidad en general. Angélica, es una joven y guapa mujer de 30 años, casada hace tres y que nunca ha logrado que su pareja la penetre pues sufre de vaginismo. Su ginecólogo la ha revisado y no ha encontrado nada anormal en sus genitales, pero ella se muere de pánico al momento en que su marido la intenta penetrar y éste no lo ha logrado. Ella ha buscado ayuda porque además de que desea experimentar el coito y de que ama a su pareja, desea tener hijos. En su historia existen incidentes de intentos de abuso sexual por un familiar cercano cuando era niña, que la dejo traumada frente a la sexualidad. Ella desea resolver el problema y anhela ser penetrada sin dolor por eso ha buscado ayuda médica y psicológica. Frente a este tipo de problemas, el trabajo profesional debe realizarse en equipo con el ginecólogo, andrólogo, urólogo, sexólogo y psicoterapeuta, para abordar todos los posibles ángulos del problema y ayudar a la persona y/o pareja a restablecer el placer de su vida sexual, dejando en el pasado sus temores a la sexualidad. La terapia de estos trastornos suele ser médica, psicológica y educativa con altos índices de recuperación cuando se siguen las indicaciones brindadas por los especialistas. Cuando el placer amenaza convertirse en algo doloroso, vale la pena invertir en un tratamiento profesional para recuperar la capacidad de goce sexual y fortalecer las relaciones conyugales en beneficio propio y de los hijos.