ANGUSTIA, TRAUMA, DEPRESIÓN Y LOCURA.
La angustia es un estado de aflicción, congoja y sufrimiento, que dificulta pensar, trabajar, estudiar, comer, dormir, y disfrutar de la vida. La angustia puede ser realista o neurótica. Es realista cuando se tiene identificada la causa de la misma, como cuando se teme un peligro natural, social, económico, laboral o emocional, como una ruptura. Es neurótica cuando sus causas son interna e inconscientes; se vive angustiado sin saber las razones de tal estado y no se puede hacer casi nada para lograr la calma y recuperar la capacidad de pensamiento y acción normales. En estos casos las motivaciones sueles ser inconscientes y más difíciles de encontrarles solución.
Los estados de angustia pueden ser agudos o crónicos. Los primeros suelen ser muy intensos y de corta duración, los segundos acostumbran durar por meses, con periodos de agudización que rayan en el pánico y el terror por el temor a que ocurra una tragedia imposible de evitar: como el fin del mundo, que se muera alguien cercano o que le suceda algo trágico al angustiado.
La angustia es un estado que provoca reacciones fisiológicas como temblor y sudoración, palpitaciones cardíacas súbitas y constantes, deseos de comer sin tener hambre, nauseas, mareos, sensaciones de ahogo, miedo a morir, temor a ser atacado por algo o alguien desconocido. Altera el ciclo de sueño, causando insomnio, fatiga, pérdida o aumento del apetito sin razón aparente, irritabilidad y enojos sin justificación.
Los estados de angustia, sean agudos o crónicos deben ser atendidos por un especialista en salud mental. En algunos casos será necesario tomar ansiolíticos para disminuir los efectos de la angustia y que la persona pueda ser capaz de pensar y trabajar en la psicoterapia para descubrir las razones que han originado el trastorno.
Los estados de angustia pueden ser originados por alguna experiencia traumática vivida en la infancia o recientemente, que se experimentó como una amenaza a la integridad física, emocional y/o sexual. Los traumas suelen ser experiencias muy intensas que toman desprevenida a la persona de tal manera que la intensidad de la emoción es desorganizadora, dejando un daño muy fuerte, ya sea consciente o inconscientemente. En muchos casos la persona traumatizado sigue viviendo bajo el estado de tensión emocional que origino la experiencia traumática, aunque el peligro real haya desaparecido. En otros casos, el trauma se reactiva por asociación con algún nuevo evento.
La angustia puede tener su origen en una experiencia traumática real o imaginada. Es importante, de cualquier forma comprender que la persona que vive la angustia la experimenta con una intensidad real y sufre de verdad, por lo que se le debe prestar una atención profesional y nunca demeritarla por el hecho de que sus síntomas estén basados en un temor psicológico.
Los daños que provocan los traumas reales o psicológicos siempre generan angustia y en muchos casos también provocan depresión, generando que la persona se sienta muy mal, que crea que fue su culpa lo que ocurrió y que por ello no merece estar viva, ni disfrutar de las cosas buenas de la vida. La persona deprimida cree que debería morirse, que no merece que los demás se preocupen por ella y que debe ser castigada por los demás o por la divinidad en la que crea.
La depresión al igual que la angustia provoca daños en el organismo: perdida del sueño o somnolencia excesiva, alteraciones de la alimentación, fatiga crónica, abandono de los intereses como es el trabajo, el estudio, las diversiones, abandono de los cuidados personales, sentimientos muy fuertes de minusvalía, desgano generalizado, aumento disminución de peso, ideas e intentos suicidas.
En algunos casos, la angustia, el trauma y la depresión van de la mano y pueden provocar que la persona enloquezca al grado de atentar contra su vida o contra la integridad de los demás. En las psicosis, la persona pierde el contacto con la realidad y se deja llevar por sus pensamientos de tipo mágico, que le hacen creer lo que piensa como si fuera realmente real. El psicótico puede o no estar deprimido, pero siempre estará angustiado y el origen de su problema será alguna o algunas experiencias traumáticas de su infancia. El psicótico no diferencia la realidad de sus pensamientos. Actúa totalmente fura de la realidad, aunque basado en algunos elementos de la realidad. Si se cree Napoleón Bonaparte, es porque sabe que existió este personaje de la historia, solo que él no es Napoleón.
La angustia, los traumas, la depresión y la locura son aspectos del comportamiento humano que llevan a las personas a sufrir un infierno en la tierra y requieren de tratamientos especializados por uno o varios profesionales de la salud mental.
En el ciclo de cine análisis sobre “Angustia, Trauma, Depresión y Locura” abordaremos estos aspectos, analizando los casos que se presentan en las cinco películas.