INCONSCIENTE Y SEXUALIDAD
La genialidad de Freud consistió en que no se dejó guiar por las cosas conocidas de su tiempo, sino que su espíritu de investigador lo llevó a ver más allá de lo evidente, razón que lo guio a descubrir que en la conciencia solo registrábamos lo presente y que la mayor parte de nuestras experiencias de la vida se encontraban en el inconsciente, reprimidas e impedidas de salir a la conciencia por lo que él llamo el Super Yo o conciencia moral, que impide que afloren a la conciencia los deseos sexuales y agresivos, so pena de hacerle sentir una gran culpa y desasosiego al que se atreve a hacerlos conscientes.
Sin embargo, los contenidos del inconsciente suelen aflorar disfrazados de síntomas mentales, psicosomáticos, lapsus linguae, actos fallidos, sueños, olvidos, fantasías y conductas de autosabotaje.
Del total de los contenidos existentes en la mente de cualquier persona, lo que se registra en el consciente es algo así como un 10 por ciento, el otro noventa por ciento se encuentra en el inconsciente y por eso es tan poderoso, pues nos lleva a realizar un sinfín de conductas a las que no les encontramos explicación.
La genialidad de Freud consistió, entre otras cosas, en descubrir el método para hacer consciente lo inconsciente a través de la asociación libre, de la interpretación de los sueños y del análisis de los actos fallidos y de los lapsus linguae. De esta manera descubrió que en el inconsciente subyacen, reprimidos y pugnando por aflorar, un sinfín de deseos insatisfechos por la imposibilidad de expresarlos, debido a las prohibiciones morales, religiosas y culturales.
Los conflictos generados por la lucha entre los deseos libidinales y los agresivos, entre las ganas de disfrutar y las prohibiciones morales, generan fuertes represiones, olvidos y negaciones de la realidad. A pesar de la fuerza de la represión, los deseos luchan por salir a la conciencia y presionar al Yo para que les de satisfacción en la vida real y cuando esto no es posible, surgen en las fantasías, los sueños, los delirios, las alucinaciones y las enfermedades psicosomáticas, provocando mucha angustia.
Dentro de los principales contenidos del inconsciente se encuentran los deseos sexuales más primitivos del ser humano, entendiendo por primitivos, los que han surgido desde el nacimiento, a los que Freud denomino pulsiones parciales, tales como los deseos orales, anales, fálicos, de competencia y rivalidad; todos ellos incestuosos, por lo que en la adolescencia y adultez generan angustia y son reprimidos y enviados al inconsciente. Pero que estén en el inconsciente, no quiere decir que no existan. Dentro de estos deseos sexuales reprimidos están los deseos orales de ser satisfecho por el seno materno de manera inmediata, sin condiciones y de forma abundante, como cuando se era un bebé hambriento. Los deseos anales de expulsión y atrapamiento, derivados de la función excretora, conllevan el gusto por la suciedad, el control, la higiene, la manipulación, la imposición, tal como se le enseño al niño a controlar sus esfínteres. Los deseos y fantasías edípicas que surgen en el periodo de la fase fálica, entre los 3 y los 6 años, que implican el deseo de posesión sexual de la madre o el padre, también se encuentran reprimidos en el inconsciente.
Todos estos deseos, propios de las experiencias infantiles, radican en el inconsciente y cuando han sido reprimidos con excesiva fuerza, pugnan por salir a la conciencia, pero disfrazados de síntomas, sueños, fantasías, actos fallidos y lapsus linguae. Cuando salen sin filtros, hablamos de que no hay represión, resistencia ni censura y que afloran en estado primitivo, lo cual ocurre en las conductas violatorias, en las alucinaciones y delirios, en las adicciones al tabaco, alcohol, drogas, comida, juegos de azar.
En ocasiones los deseos sexuales reprimidos afloran a la conciencia disfrazados por el lenguaje, como cuando la pareja le dice papi, mami, mijo o mija al otro o cuando hemos elegido a nuestra pareja con características muy similares a uno de nuestros padres. Generalmente el hombre suele elegir a su pareja con rasgos parecidos a los de su figura materna, haya sido su progenitora, abuela, tía o hermana mayor y la mujer elige a su pareja conforme a los modelos de la figura masculina que la hayan educado.
Mientras la represión y la censura realicen su trabajo adecuadamente, no sean extremos y permitan cierto desahogo, la conducta sexual y en general de la persona será adaptativa a su entorno, podrá disfrutar del desahogo de sus deseos libidinales, será productivo, creativo y tendrá capacidad de disfrutar de su vida en general.
Cuando la represión super yoica haya sido muy fuerte y no le permita al sujeto desahogar algo de sus deseos, aparecerán los síntomas mentales, las disfunciones y perversiones sexuales como medio de darle salida a dichas necesidades, pero contaminadas con la agresión y la culpa.
Por todo lo anterior es muy importante darnos un tiempo para conocer a nuestro inconsciente y saber qué tanto está reprimido y oculto, para poder desempeñarnos más libremente de estas ataduras. Quien se conoce mejor a sí mismo es más dueño de su propio inconsciente y está menos a merced de lo desconocido, que es suyo.
Para conocernos más y mejor, nada más idóneo que tomar una terapia psicoanalítica con un profesional reconocido, que nos ayude a comprender buena parte de lo que habita en nuestro inconsciente y que motiva la mayor parte de nuestras conductas, síntomas y formas de ver y vivir el mundo.
El presente artículo fue el tema del programa de radio del jueves de sexualidad en El Expresso de las diez de radio Universidad de Guadalajara el 23 de septiembre de 2021