ESPACIOS PARA EL SEXO
¿EXISTE UN LUGAR ADECUADO PARA TENER SEXO?
Las cuestiones culturales inducen y conforman las creencias que la gente tiene acerca del sexo y de cómo debe ser tenida, vivida, gozada o sufrida la experiencia sexual. Se marcan parámetros de lo que es normal y lo que no lo es, de lo bueno y de lo malo. Igualmente se establece que para tener sexo la pareja debe hacerlo en determinados sitios y está prohibido hacerlo en otros.
Se acepta sin discusión, que la pareja formal puede y debe tener sexo en su recamara conyugal, la cual no se presta ni se alquila para que otras parejas lo tengan allí mismo, aunque a veces los hijos se toman ese espacio en ausencia de los padres. Legalmente se acusa de faltas a la moral y al reglamento de “las buenas costumbres” a quienes no pueden controlar sus impulsos y deciden practicar el sexo dentro de su automóvil en plena vía pública, en un parque o en cualquier otro sitio por donde circulen más personas. Pero ¿quién no recuerda las ocasiones en que tuvo, o estuvo a punto de tener relaciones sexuales “fuera de lugar”? En la oficina, en el auto, en la casa de la novia o en la propia, cuando los padres estaban fuera. ¿O aquellos que lo hicieron por primera vez en la puerta de la casa de su novia mientras se despedían?
Las relaciones sexuales son una actividad intima que implica la participación de solo dos personas, por lo que deben realizarse en sitios apropiados que aseguren que no habrá interrupciones de terceros: llámense hijos, padres, transeúntes o la misma policía. Pero esto no implica que el sexo se tenga solamente en la recamara de la pareja. Dependiendo de la creatividad, las relaciones sexuales se pueden enriquecer si se tienen en diferentes sitios de la misma casa o fuera de ella. Si es en el hogar, la pareja puede decidir hacerlo en la cocina, en el baño, en el jardín, en la azotea, en el sillón de la sala o en las escaleras. Lo importante es que resulte excitante y placentero para ambos. Si se tiene sexo “fuera de lugar”, se rompe con la rutina y la monotonía que en ocasiones limita y empobrece la experiencia sexual de la pareja.
Fuera de casa, son muchos los sitios en los que se puede experimentar el sexo con la pareja: un motel, la playa, el auto siempre y cuando se esté en un sitio seguro, un día de campo, sin alimañas a la mano, una tienda de ropa, en el autobús o el tren, etc. Cuando algunas parejas deciden acudir a un motel, la experiencia puede resultar muy sexy y excitante, pues no hay interrupciones de los hijos o de los demás adultos que viven en la casa, ambos pueden sentirse más relajados y al momento de alcanzar el orgasmo dejarse soltar y poder gritar sin inhibiciones. Algunas personas viven con la fantasía de hacer el amor en la playa, a la luz de la luna, en un trigal o en una alberca, pero no se atreven a proponérselo a su partenaire por temor a ser rechazados o mal juzgados.
Cuando la pareja, o alguno de los dos, se exponen a ser descubiertos por terceros en su actividad sexual y esto incrementa la excitación, se trata de personas que requieren de imaginarse estar en peligro para aumentar el placer sexual y esto los lleva a pasar por situaciones riesgosas que le restan valor libidinal a la experiencia: en un parque público concurrido, en un elevador de un centro comercial, en un cine, etc. Además, el hombre tiende a eyacular rápidamente, pues la misma excitación y el riesgo de ser descubiertos e interrumpidos lo llevan a perder el control de la situación, salvo que sea un exhibicionista que disfruta con la idea de ser visto. Pero si se tiene sexo fuera del lugar acostumbrado, cuidando dichos riesgos, la vivencia puede resultar muy placentera y fortalecer los lazos afectivos de la pareja por haber hecho algo diferente entre ambos.
Han sido muchas las personas que siendo jóvenes han tenido sexo con su pareja cuando estaban en la sala de su casa y los padres se encontraban en la cocina o en su recamara, muchos lo han hecho en un miniauto, con las peripecias que ello implica y otros en un mini rato libre, mientras no aparecían los demás. En todas estas experiencias, la sensación es como de haberse tragado el helado de un bocado, sin haber podido saborearlo tranquila y calmadamente.
Julián es un joven profesionista que mantiene relaciones sexuales en la casa de su novia cuando los padres de ésta no se encuentran. Aunque son placenteras, no deja de sentirse incomodo por tener que hacerlo “antes de que vayan a llegar”. “Me gusta más cuando vamos al motel”. Rebeca es una mujer treintona que prefiere ir al departamento de su amante en lugar de hacerlo en los moteles, pues para ella estos lugares no son muy higiénicos. El matrimonio López prefiere hacerlo en casa, con la luz apagada y con las cobijas encima, les apena verse desnudos. Por su parte, Verónica no ha tenido inconveniente de tener sexo en el vocho de su novio, afuera de su casa, cuando se están despidiendo “es muy emocionante correr el riesgo de ser descubiertos, aumenta mi excitación”.
Los casos anteriores comprueban que el espacio más adecuado para tener sexo es aquel que más le agrade y acomode a la pareja, sin dañar a terceros. Lo importante es dialogarlo juntos y aclarar los miedos y fantasías al respecto. La capacidad creativa de ambos es el límite para descubrir los espacios que les sirvan para experimentar y disfrutar de su intimidad sexual.