LAS RESISTENCIAS AL CUIDADO SEXUAL.
A pesar de que la epidemia mundial del SIDA reinstalo la importancia del cuidado en la salud sexual y el énfasis en el uso del preservativo como el medio más adecuado para prevenir ésta y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS), las estadísticas mundiales alarman sobre el crecimiento de los contagiados por el VIH y por el alto número de embarazos no deseados y de madres solteras, que reflejan una fuerte resistencia de ambos sexos para cuidarse en sus relaciones sexuales.
Si bien es cierto que una medida infalible para evitar los embarazos y las ETS son la abstinencia total o la masturbación en solitario, la realidad es que los jóvenes, por su misma naturaleza impulsiva, suelen tener relaciones sexuales sin el debido cuidado que conlleva el adecuado uso de los preservativos. No se puede apostar por la abstinencia sexual como medida de control. Se debe educar a los niños y jóvenes, e inclusive a los adultos, en el correcto uso del preservativo como medida de cuidado sexual, sobre todo cuando no se está preparado para hacer frente a los compromisos que implica una relación formal y particularmente a la paternidad y la maternidad. Otra opción es desmitificar y desprejuiciar a la población sobre la práctica del auto erotismo, para que ésta se realice sin culpas ni angustias.
Actualmente se pueden adquirir los preservativos en cualquier lugar y a un costo accesible, la cuestión es que muchos adolescentes se niegan a emplearlos, argumentando que le quita romanticismo a la relación, que disminuye la sensibilidad del glande o que enfría el momento apasionado; a otros simplemente se les olvida o no les importa cuidarse y proteger a su pareja, lo cual refleja su irresponsabilidad consigo mismos y con su partenaire.
Si cada vez son más las escuelas que incluyen en sus programas de enseñanza la información sexual sobre los beneficios del uso del condón y los medios de comunicación alertan sobre la pandemia del SIDA, ¿por qué muchos adolescentes y adultos continúan negándose a protegerse en sus relaciones sexuales? La respuesta no es sencilla, pues las variables que intervienen para decidir tener sexo son muchas. Entre éstas se encuentra el hecho de que un alto porcentaje lo hace bajo los efectos del alcohol, estando en una fiesta o al salir de ésta, en un momento de apasionamiento, en el que se obnubila la razón y el pensamiento y en el que muchos (as) se guían por el principio del placer y por el pensamiento mágico, que les lleva a creer que a ellos no les pasara lo que a los demás.
Diversos países han realizado múltiples campañas sobre profilaxis sexual y parece ser que los resultados aún no son los esperados; sin embargo, deben multiplicarse los esfuerzos y tratar de encontrar las mejores maneras de sensibilizar y concientizar a hombres y mujeres por igual, sobre su cuidado sexual, sin mensajes persecutorios, ni falsas moralinas culpígenas, que lo único que logran es que los jóvenes se alejen de los adultos que se los dicen. Estos programas deberían ser dinámicos, mediante el uso de talleres vivenciales y grupos de discusión de casos reales, para propiciar la reflexionar sobre lo vital de saberse cuidar sexualmente, tanto para evitar las ETS, como los embarazos no deseados.
Es menester reconocer que los impulsos sexuales son, han sido y serán siempre mucho más fuertes que la razón. Sin embargo, si se les logra hacer comprender que cuando decidan tener relaciones sexuales, por su bien y por el de su pareja, es conveniente cuidarse de las ETS y del embarazo no deseado, empleando adecuadamente los preservativos, es más probable que lo tomen en cuenta, en lugar de rebelarse sin causa frente a lo que los adultos les representan y sin que recurran a la negación de creer que a ellos no les pasará.
Si a los adolescentes se les habla con razón y con afecto, sobre la importancia de la sexualidad y en lugar de prohibirles las relaciones sexuales, amenazarlos con castigos divinos y terroríficos o condenarlos por tener sexo antes del matrimonio, se les escucha, se les orienta y se les convence de las bondades del cuidado de sus salud sexual y del empleo de los preservativos, cuando decidan tener sexo, aumentaran las probabilidades de que asuman una mayor responsabilidad personal y con su pareja, disminuyendo las estadísticas de ETS y del SIDA. Para lograr estos objetivos se requiere que sus padres, los maestros, los líderes de opinión o el gobierno, sean capaces de acercarse a ellos para conocerlos, comprenderlos y orientarlos, en lugar de acusarlos y rechazarlos por su conducta sexual.
Pero no se debe creer que solo los adolescentes tienen estas conductas de descuido sexual. También muchos adultos, sobre todo quienes son promiscuos o impulsivos, tienden a dejar de lado las medidas profilácticas y sufren las consecuencias de sus descuidos y del inadecuado manejo de sus impulsos, pues se dejan llevar por la pasión del momento y su razón se ausenta de la alcoba, de la fiesta o del auto, según sea el caso. Algunas de estas personas suelen tener las relaciones sexuales sin cuidados, porque lo hacen bajo el influjo de la agresión, pues en su infancia y adolescencia experimentaron de manera agresiva y hasta violenta, sus primeros acercamientos sexuales. Inclusive algunos llegan a pensar que en el acto sexual deben causar algún daño y por eso no se cuidan. Son un riesgo social.
Debido a la poca o mala educación sexual, algunas personas no son capaces de hablar abiertamente de la importancia del cuidado sexual, sobre todo las mujeres, y creen que pueden lastimar el ego del otro (a) si le plantean el uso del condón. Estas inhibiciones las (los) exponen a los graves riesgos mencionados. En materia de cuidado sexual no debería escatimarse ningún intento y la pena, la vergüenza y cualquier otro obstáculo deberían hacerse a un lado para romper con las resistencias al cuidado de la salud sexual y así disfrutar plenamente del sexo placentero y seguro que pueda dejar un agradable sabor de boca y la sensación de haber actuado amorosamente con el cuidado mutuo.