LOS SONIDOS DEL SEXO.
En las actividades sexuales todos los sentidos son importantes, la vista, el olfato, el tacto, el gusto y el oído. En el caso de este último, los sonidos son muy especiales y representan un estimulo particularmente excitante cuando se sabe manifestar y escuchar. Los sonidos que se emiten durante el acto amoroso son un ingrediente especial que suele aumentar la excitación en la pareja, además de que facilita la descarga orgástica.
Cuando la pareja no tiene inhibiciones, se siente libre de expresarse y se entrega sin prejuicios al son de las emociones que bailan con la cadencia de las caricias que se prodigan los amantes, los sonidos que se emiten en este intercambio libidinal, pueden transformarse en una gran obra musical que coadyuva a mantener y mejorar el placer sexual. Los susurros, los jadeos, la respiración entrecortada, los resuellos, los pequeños pujidos, los quejidos y gemidos, los chasquidos al besar o al chupar el cuerpo del otro (a), las palmadas y las nalgadas, el crujir de la cama que topa contra la pared o el rechinar de la misma, las palabras que se dicen uno al otro, todos estos sonidos son parte importante del acto sexual. Para algunas personas, ciertos sonidos pueden ser inhibitorios, para otras, esos mismos sonidos son la base de su excitación.
Hay amantes de oídos muy delicados y conciencias delicadas, que cualquier ruido les altera la concentración y les hace perder la excitación; prefieren hacer el amor en silencio. Para ellos, la ausencia de sonidos es lo mejor. Algunos llegan a inhibir cualquier tipo de ruido y no se permiten ninguna exclamación, pues todo debe transcurrir en el silencio, como si nada estuviera pasando, no vaya a ser que alguien los escuche y se de cuenta que están teniendo sexo. Son del tipo de personas que estornudan en silencio, que no son capaces de soltarse porque temen llamar la atención sobre sí mismas, prefieren pasar desapercibidas.
Otras personas son más libres y sueltas para manifestarse en el terreno sexual y no les inhiben los ruidos propios de su excitación y de su pareja; incluso le piden que se exprese de esta manera para aumentar su excitación y su descarga orgásmica. Sentir su resuello en el oído incrementa su placer y escuchar a su pareja estallar en suspiros y gemidos durante la descarga orgásmica les da un plus libidinal. Algunas personas se sienten más realizadas si logran hacer gemir, rugir y bramar a su pareja en el intercambio amoroso. Los sonidos que emite su amante le reflejan el placer que está experimentando y le hacen sentir que está realizando bien su tarea de brindarle placer. No hacen falta las palabras, los sonidos hablan por sí mismos y dicen mucho de lo que esta pasando en ese momento.
La Armonía, la Melodía, Orfeo, dios griego de la música y el Ritmo, conforman el AMOR musical que se puede disfrutar en el concierto de voces y ruidos sexualmente amorosos, que emiten los amantes en la alcoba. La armoniosa y melodiosa voz del otro, escuchada con un ritmo lento, cadencioso, acelerado y rítmico, incrementa el placer, pues ambos participantes perciben el placer que experimenta el otro, lo cual incrementa el goce personal, para dar por resultado un final apasionado, como el de la quinta sinfonía de Beethoven. Cuando los amantes pueden darle salida a todas estas expresiones, su vínculo se fortalece y buscan repetir la experiencia.
Los sonidos son el sendero que hace transitar a la pareja por diferentes cúspides y valles, que permite ir profundizando la experiencia sexual hasta llegar a la descarga orgástica, a la entrega total y aún después de la misma, ofrecen las notas de la satisfacción, la relajación y el gozo experimentado.
El oído es considerado uno de los sentidos místicos en la vida erótica de cada persona. Es receptor de la palabra pero también de sonidos y éstos son gestos de la sensualidad. Ya desde antes de nacer tenemos registrados sonidos que nos trasmiten tranquilidad, angustia, sobresaltos o seguridad, por lo que son emisarios de emociones profundas de la psique humana, que no necesitan descifrarse. Por sí mismos alteran nuestro ánimo, dependiendo de su intención, de tal manera que cuando el amante se permite la libre expresión de su respiración, susurros o gesticulaciones, transmite sus vivencias personales, que incidirán en su pareja en un delicioso encuentro sexual.
Además de los sonidos propios que cada amante emite, se puede contar con la música para mejorar el clima sexual y aumentar el placer experimentado en el interjuego amoroso. Cada pareja tiene sus propios gustos musicales, pero en la cama, la música debe ser del agrado de ambos, además de ser motivadora para la excitación sexual. Hay quienes prefieren el Jazz, otros la música clásica, algunos el merengue y otros la música instrumental. Lo importante es que para ambos resulte agradable y placentera. No debe ser muy fuerte, ni distraerlos de su actividad sexual, pues pierde el encanto que debe tener. Para la elección de la música de fondo, es necesario conocer los gustos del otro (a) y preguntarle el tipo de música que desea escuchar en cada ocasión, sin que se convierta en lo más importante.
La manifestación de los ruidos y sonidos amorosos debe ser espontánea, pues cuando es fingida, el otro (a) lo detecta y sabe que se esta fingiendo algo, con lo que se pierde el encanto que se pretendía lograr. Si la pareja o uno de sus integrantes se incomodan con la expresión de estos sonidos, es recomendable que lo exprese y lo dialogue con su partenaire después del encuentro amoroso, para llegar a un acuerdo sobre el tema.
Cada pareja tiene y encuentra el tipo de sonidos que más les excita y complace en su relación sexual. Hay quienes gimen como niños, otros bufan como toros, algunos rugen como leones, otras gritan como si estuvieran perdiendo el aliento o dando su último suspiro. Unos hacen como gatos, otros gritan palabras, pero todos (as) sienten el placer que brinda la exclamación del sonido que mejor los desahoga al momento de estar haciendo el amor y es muy importante y agradable dejarse llevar por este impulso sonoro que le pone cada quien a su relación sexual.