CONSECUENCIAS DE LA INFIDELIDAD
Para muchas personas la infidelidad es parte de su vida porque así la experimentaron en la relación con sus padres, pues alguno fue infiel. Para otras, porque crecieron con la idea de que ellos podían tener todas las mujeres que desearan tal como les hizo creer su padre y en ocasiones también su madre, pues sigue privilegiándose el culto al falo. Sea la razón que sea, muchas de estas personas no son concientes de las consecuencias que su conducta infiel provoca en sus parejas, que no esperaban ser engañadas de tal manera. Las consecuencias de la infidelidad son muchas: deterioro de la relación, pérdida de la confianza, disminución de la auto estima de la víctima, ruptura de la relación conyugal, depresión, coraje, rabia por la impotencia, sentimientos de soledad y minusvalía, alteración del equilibrio emocional, sexual y económico, reencuentro amoroso de la pareja, entre otros.
Cuando alguien le es infiel a otro (a) en el terreno de la sexualidad, es porque ya no se siente tan comprometido como para mantener su juramento de fidelidad que realizó cuando contrajo nupcias civiles y/o religiosas. Puede ser que se haya deslumbrado con la nueva persona y quiera volver a vivir las emociones que se experimentan en un nuevo idilio, por sentirse rechazado o incomprendido por su pareja actual o simplemente porque tiene un espíritu de cazador y recolector de experiencias sexuales fuera de casa. Un alto porcentaje de mujeres perdona la infidelidad sexual de su hombre si ésta no paso del contacto sexual, pero no pueden tolerar ni perdonar una infidelidad amorosa. Si su pareja se ligo afectivamente con la otra mujer, es algo que les duele en el alma y es una grave herida a su auto estima. En cambio, la mayoría de los hombres no toleran la infidelidad sexual. Ellos pueden soportar que su mujer tenga un amigo al que quiera, pero no que mantenga relaciones sexuales con él. Independientemente de las causas por las que se presente la infidelidad, el hecho es que provoca daños a la relación conyugal. La primera y más importante pérdida en una infidelidad, es la confianza que la víctima le tenía al infiel. Al enterarse de que el otro (a) ha decidido invertir su libido o parte de ella en otra relación sexual y amorosa, quien sufre de la infidelidad deja de confiar en su pareja y aunque ésta prometa que solo fue en esa ocasión y pida perdón para continuar con la relación, la parte ofendida duda constantemente de la parte ofensora.
La víctima de la infidelidad se siente lastimada en su auto estima, pues cree que ha perdido valor frente al infiel. Se pregunta así misma en qué fallo, qué salio mal. En ocasiones tiende a culpar a la persona con la que el, o la infiel, la o lo engaño, con el ánimo de justificar a su pareja. Piensa que la otra persona sedujo, engaño o embrujo a su partenaire, ya que esto es menos doloroso que reconocer que le ha sido concientemente infiel. Saber que la pareja, otrora amada, ha preferido las caricias y el sexo con otra persona suele ser doloroso para la mayoría de las personas, sin embargo, muchas mujeres toleran las infidelidades de sus maridos porque aprendieron ese modelo de relación en sus hogares. Les dijeron que así eran los hombres y que ellas deberían cargar su cruz “hasta que la muerte los separe”. Este tipo de mensajes no tendrían éxito si las mujeres no se sintieran inferiores a los hombres, si ellas fueran más seguras de sí mismas, si se respetaran, resolverían de otra manera las experiencias de infidelidad crónica que padecen muchas de ellas.
Junto con la decepción por el engaño conyugal, aparece la rabia, la impotencia, el enojo y la depresión por la pérdida de la ilusión. Algunas personas engañadas tienden a pensar en el suicidio, ya que habían depositado toda su libido en la relación amorosa y al descubrir la infidelidad, el mundo se les derrumba, por lo que piensan que la salida es quitarse la vida. Otras personas, cuando se han sentido engañadas tienen el impulso de matar a la persona con la que su pareja las ha engañado o de asesinar a su propia pareja, pues no toleran que los haya dejado de querer y prefiera compartir el lecho con otra persona. Son reacciones de primera instancia ante el descubrimiento de la infidelidad, que deben reflexionarse para no cometer actos impulsivos, más destructivos que la misma infidelidad.
Para algunas personas la infidelidad es algo así como el fin del mundo, pues han crecido en un medio ambiente en el que les hicieron creer que no había nada más allá de la relación con su pareja y si ésta los ha engañado, la vida pierde toda su razón de ser. No conciben poder seguir adelante después de una infidelidad. Sin embargo, para otras, la infidelidad es parte de la existencia y aunque se deprimen, se enojan y se angustian, no abandonan al infiel, pues prefieren su compañía a medias, frente a la idea de la soledad. Son más las mujeres que perdonan o aceptan la infidelidad de los hombres que lo contrario, pues la educación así las ha forjado. Para la mayoría de los hombres la infidelidad sexual es cosa de vida y muerte. Para las mujeres es diferente. Sobre todo para quines vivieron en hogares en los que era el pan nuestro de cada día.
En muy pocos casos la crisis causada por la infidelidad, es utilizada como una oportunidad para revisar lo que esta pasando en la relación y es aprovechada como un medio para modificar los patrones de comportamiento. Algunas personas, después de haber sido infieles reconocen el valor de su pareja y aprenden a apreciarla mucho más, sobre todo cuando ésta ha amenazado con la ruptura. La valoran cuando ven el riesgo de perderla y, después de dialogarlo, logran mejorar su relación conyugal. En estos casos, la infidelidad ha sido como una llamada de atención para corregir el rumbo y pueden continuar juntos habiendo fortalecido el vínculo amoroso después del desliz. La infidelidad no siempre es el fin de una relación, pero si sería conveniente evitarla para no dañarla.
Muy bueno el contenido, felicidades.