LA SOLEDAD DENTRO DEL MATRIMONIO.
La gran mayoría de las personas se casan enamoradas y porque desean compartir sus vidas en todos los aspectos, esencialmente en el sexual. Sin embargo, debido a las fallas en la comunicación, algunas parejas se llegan a sentir en soledad dentro de su matrimonio, sobre todo en el terreno de la sexualidad, debido a que no supieron darse a entender en sus anhelos, deseos y necesidades sexuales. Algunas jugaron a querer adivinarle el pensamiento y los sentimientos al otro (a), algunas se sentaron a esperar a que el otro (a) les adivinara el deseo y la necesidad sexuales, sin hacer mayor cosa que mantenerse a un lado, sin hablar, sin preguntar, sin dialogar sobre los que les estaba pasando. Otras parejas viven eternamente creyendo que así es la vida y que si el otro (a) no se interesa en ellos (as) no hay nada que hacer al respecto. Estas actitudes lo único que propician es que el abismo entre la pareja se ensanche hasta que sea imposible establecer un puente de comunicación que los una, pues es tan grande la distancia afectiva que no hay forma de construirlo.
La soledad dentro del matrimonio no es ajena a muchas personas. Cada uno se siente rechazado, experimenta la indiferencia del otro (a) o se la aplica. Viven juntos pero cada uno se siente solo. En ocasiones tienen sexo pero no lo hacen con amor, sino como una manera de desahogar una necesidad pulsional. Se sienten alejados uno del otro en las cosas más íntimas y personales. Llegan a verse como extraños y se mantienen bajo el mismo techo por el temor al cambio, que puede ser la ruptura total de la relación o intentar modificar el estilo de relación. La ruptura implica que uno de los dos abandone el domicilio conyugal. Intentar cambiar conlleva solicitar ayuda profesional para ver los puntos ciegos de la relación y analizar si es posible restablecerla con nuevas reglas del juego.
Ricardo y Teresa son una pareja con más de veinte años de casados, que llegan a consulta aquejados de soledad conyugal, pues hace varios años que se sienten solos uno frente al otro y han dejado de tener relaciones sexuales. Han intentado las separaciones temporales pero siempre han regresado “por los hijos” y por las dificultades para vivir alejados uno del otro. Ambos dicen quererse, pero no han sabido entenderse ni comprenderse en sus necesidades afectivas y sexuales. Tienen tres hijos adolescentes y económicamente les ha ido bien. Refieren que por sus dificultades para dialogar y escucharse se refugiaron en la tv, en el trabajo y él en el alcohol, mientras ella se dedicaba solo a los hijos. Se sentían solos dentro de la misma alcoba y eso los hizo distanciarse aún más.
Angélica es una joven y guapa señora, profesionista independiente, con más de diez años de casada y un niño pequeño, se queja de la soledad en la que vive con su esposo, porque éste no se interesa en ella y porque les resulta imposible dialogar sobre sus sentimientos. Él la evita cada vez que ella intenta hablar sobre lo que les pasa y ella se refugia en el niño, quedándose con un fuerte sentimiento de soledad y abandono que le merma sus deseos sexuales, por lo que cuando él la busca “yo solo me pongo para que él termine pero no disfruto de esas relaciones”.
Arturo es un comerciante con estudios universitarios, de clase media, casado hace quince años con una bella mujer a la que ama, con dos hijos en edad escolar, que se siente solo en la alcoba conyugal porque su esposa lo rechaza constantemente, argumentando que de recién casados él la tuvo abandonada por el trabajo. Ahora que económicamente les va mejor, ella se cobra con su rechazo sexual aquellos años de soledad y abandono, haciéndole sentir a él lo mismo. Arturo dice quererla y comprenderla pero se está cansando de tanto desprecio y soledad dentro de su propia casa, “a veces me dan ganas de mandarla a la chingada, pero no lo hago porque la quiero mucho y por mis hijos, no sé cuánto voy a aguantar”.
En los tres casos anteriores, la soledad dentro del matrimonio es algo que corroe la relación conyugal y deteriora a quienes se sienten abandonados. Las dificultades para reestablecer el dialogo fructífero y armonioso les impiden re encontrarse a pesar de necesitarse mutuamente, lo cual enfría sus relaciones sexuales y amplia el abismo entre ambos, no obstante que desean continuar juntos. En muchas ocasiones los problemas de distanciamiento afectivo y sexual se debe a los malos entendidos en cuanto a los deseos sexuales de uno a ambos participantes conyugales. En estas situaciones lo más recomendable es acudir en busca de una ayuda profesional que les brinde el espacio y la oportunidad de revisar sus angustias, miedos y limitaciones para poder comprender y resolver las conductas que los han llevado a vivir en soledad dentro del matrimonio, de manera que se fortalezcan sus vínculos y se acompañen y apuntalen como pareja.