LA DOBLE MORAL SEXUAL.
Desde tiempos añejos, el hombre ha tenido una doble actitud hacia la sexualidad. Por una parte dice atenerse a una serie de valores sexuales ligados a los preceptos religiosos establecidos antes y durante la Edad Media y por otra no puede olvidarse de sus impulsos sexuales, ligados a su biología, que lo atrapan en el deseo de satisfacer sus “más bajos instintos”. Pregona lo que en la práctica no logra realizar.
Algunas personas, cuando acceden al poder, sea de Estado, en su barrio, en la escuela, en la iglesia o en su empresa, suelen sentirse con el derecho de establecer las reglas morales, que no éticas, de lo que si se puede y debe hacer en materia de conducta sexual. Tienden a darse golpes de pecho si los demás se atreven a manifestar su sexualidad con mayor libertad y abusan del poder para someterlos, sin el menor miramiento por la integridad y dignidad de quienes no piensan como ellos. La Santa Inquisición, que fue más inquisitoria de la vida íntima de las personas, que Santa, es un ejemplo.
A muchas personas les resulta difícil aceptar las diferencias en la manera de pensar de los demás, sobre todo en sus hábitos y preferencias sexuales. Cuando tienen poder para hacerlo, las tratan de someter, reprimir o eliminar del mundo, solo porque ellos no se atreven a reconocer que les encantaría vivir la sexualidad del mismo modo que la viven los que son reprimidos. Los menos estrictos en su moral, ejercen su sexualidad a escondidas o con personas a las que consideran de bajo nivel, cultural o socio económico. Por ejemplo, el patrón que asiste a misa cada domingo, se confiesa y comulga, pero tiene sexo con sus empleadas o con la servidumbre de su casa de manera impositiva. El político que pregona sobre cuestiones morales, pero en privado es un depravado sexual con su mujer o con otras personas. Lo peor de la doble moral son los ministros religiosos y los maestros que abusan de los feligreses y de sus alumnos en el ámbito de la sexualidad. Promulgan la abstinencia y la represión sexual en público, pero en la intimidad desahogan sus impulsos abusando de personas indefensas.
Existen varios tipos de personas que se escudan en la doble moral sin reconocerlo. Los políticos que elaboran discursos sobre la abstinencia y ciertos valores morales, pero mantienen una segunda relación fuera del matrimonio oficial, o peor aún, son asiduos visitantes de antros gay o de prostíbulos. Quienes frente al público se rasgan las vestiduras ante ciertas conductas sexuales de los demás, pero en su fuero interno anhelan hacer lo mismo que critican. El caso de los censores sexuales es típico: son individuos que se abrogan o les dan el derecho de censurar publicaciones, obras de arte, películas, etcétera y en su actividad censuradora le dan salida a sus deseos sexuales voyeuristas. Les fascina su labor, porque al hacerla tienen la posibilidad de satisfacer sus impulsos sexuales. Otro ejemplo de doble moral es el tipo persignado que sermonea sobre las buenas costumbres y el respeto a los valores, pero bajo la mesa les toca las piernas a sus nietas o les agarra las nalgas al pasar junto a ellas.
La doble moral se observa menos en las mujeres que en los hombres, pues ellas suelen ser más reprimidas en su sexualidad y no cuentan con las posibilidades para realizar sus deseos sexuales, al tiempo que pregonan la represión de los mismos. Ellas más bien experimentan la represión total de su sexualidad en manos de sus esposos con doble moral.
El miedo a la libre manifestación de las ideas, el temor a que la gente sea más dueña de sí misma y tenga el valor de defender sus principios, derechos y manera de pensar y de vivir su sexualidad, es lo que propicia que en determinadas épocas predomine la doble moral. Si una sociedad es represora, autoritaria e impositiva, dará lugar a que quienes la gobiernan, actúen con una doble moral. Por una lado se verán impelidos a reprimir y condenar determinadas conductas y practicas sexuales y por el otro, buscaran practicarla a escondidas y utilizando su poder para no ser descubiertos. El régimen de la Alemania nazi es un ejemplo de ello. Cuando Hitler accedió al poder, persiguió a los homosexuales; sin embargo su gobierno estaba lleno de ellos, quienes se aprovechaban de su poder para abusar de los débiles en aras de “una moral aria”.
Quienes padecen de una doble moral son personas que han escindido su sexualidad debido a que en su infancia sufrieron de fuertes represiones sobre su curiosidad y conducta sexual. Muchas de estas personas vivieron en ambientes familiares en los que hubo violencia intrafamiliar y sexual. La etapa del control de sus esfínteres la experimentaron con agresión, con rechazo hacia sus heces fecales y sintieron que todo lo que tenía que ver son su cuerpo era sucio y despreciable. Al crecer, tendieron a identificarse con esa actitud represora de sus padres, pero la fuerza de sus impulsos busca salir de alguna manera y es así que pregonan abstinencia y sometimiento sexual por un lado, y por el otro dejan salir sus impulsos sin control, pero con personas a las que consideran por debajo de ellos. El señor que se comporta muy propio y respetuoso con su esposa en la cama, que no se atreve a solicitarle placeres y/o posiciones sexuales excitantes, pero si lo hace con su sirvienta o con su secretaria, es un prototipo de la doble moral.
La doble moral suele predominar en ambientes autoritarios en los que se teme la libre discusión y circulación de las ideas. En donde no se respetan las diferencias de opinión, ni de elección sexual de los ciudadanos. Se cobijan con criterios religiosos, bajo los que se excusan para imponer sus sanciones a los que se atreven a pensar diferente. Quienes sufren de doble moral son personas que no pueden disfrutar cabalmente de una sexualidad sana, pues han tenido que escindirla en buena y mala. Con su pareja oficial, tendrán “la buena”, que es sin pasión, sin goce, sin experimentación, solo para la procreación de hijos y con las amantes, subordinadas o sirvientas, dejaran salir sus más “Bajos instintos”, sin remordimiento de conciencia, pero sin poder integrar el placer sexual en una persona amada y deseada. La doble moral es un cáncer para cualquier sociedad y como tal debe combatirse con información adecuada, veraz, científica y oportuna.
Como siempre muy interesante y bien documentado
Muchas gracias por su comentario, saludos