VIUDEZ Y SEXUALIDAD.[1]
La muerte del cónyuge, amado o no, cambia de manera dramática y abrupta el estilo de vida, la identidad, la posición dentro de la familia y el entorno. Ser viudo o viuda es un estado que tiene consecuencias negativas en la mayoría de los casos; sin embargo, es algo para lo cual todos debemos prepararnos, sobre todo las mujeres, quienes por cuestiones biológicas y sociales tienden a ser mucho más longevas que los varones, en una proporción de 3 a 4 viudas por un viudo.
Con la viudez, la sexualidad que se tenía en la vida matrimonial deja de existir como tal y esto se suma al proceso de duelo que la pérdida del ser amado genera. En la mayoría de los casos de viudez, las mujeres suelen sentirse solas, abandonadas y con serias limitaciones para encontrar una pareja con la cual compartir su sexualidad, sobre todo cuando ellas pasan de los sesenta años de edad. En el caso de los varones, estos suelen buscar nuevas parejas más jóvenes que ellos y si su posición laboral y económica se los permite, encuentran con relativa facilidad con quien rehacer su vida sexual. En cambio, muchas viudas suelen quedar en la orfandad económica, además de que las amistades y familiares suelen ver con malos ojos el que rehagan su vida sexual, dando por hecho que deben enterrar sus deseos y actividad sexual con el difunto.
Independientemente de los factores familiares y sociales, l@s viud@s pasan por un proceso de duelo que, cuando no se trata adecuadamente, puede llevar años, antes de pensar en volver a establecer un vínculo amoroso y sexual. Los sentimientos de lealtad al difunto, la culpa por haberle sobrevivido, el no poder desapegarse de las experiencias, recuerdos y objetos compartidos con el difunt@, dificultan el estar disponible para un nuevo encuentro sexual y amoroso.
Está comprobado que las personas divorciadas y viudas suelen tener un 20% más de problemas de salud física y emocional por la soledad y en el caso de l@s viudos, los problemas se agravan por los sentimientos de apego, lealtad y culpa que se experimentan en relación a la persona desaparecida. La muerte del cónyuge, puede significar para algunas personas la muerte de una parte de sí mismas y de su propia sexualidad, no atreviéndose a revivirla por miedo a que los recuerdos del difunto les traigan una especie de castigo.
Sin embargo, es muy recomendable que una vez se haya resuelto el proceso de duelo por la persona amada, lo cual suele llevar alrededor de un año, él o la viuda retomen el control de sus vidas y se mantengan disponibles para algún romance. Si las circunstancias no les favorecen, entonces deberán recurrir, sin culpas ni miedos, al auto erotismo, lo cual puede ser ayudado con algunos juguetes sexuales, las fantasías y la imaginación de estar con alguien que los ame y desee.
El restaurar la vida sexual activa, sin culpas ni miedos, sin inhibiciones, es un derecho de cualquier persona que haya quedado en la viudez. Esto le permitirá dejar a un lado la muerte del cónyuge y se conectara de nuevo con la vida y con el placer de disfrutar de su sexualidad.
Un problema social alrededor de la viudez consiste en que como las viudas son mayoría sobre los viudos, principalmente en países que han estado o están en guerra, la cultura falo céntrica tiende a ponerles trabas para que rehagan su vida sexual y las orilla a mantenerse fieles al recuerdo del difunto, ofrendando su sexualidad a la memoria de éste, tal como se ve en la película “La letra escarlata”, basada en la novela de Nathaniel Hawthorne. En cambio, con el varón viudo, las trabas y los prejuicios para que vuelva a reactivar su vida sexual son mucho menores.
Cuando él o la viuda se mantienen fieles a la memoria del difun@, su vida queda a medio camino, pues el recuerdo del difunto los mantiene atados a la muerte, impidiéndoles retomar el control de sus vidas. Los hijos, padres, familiares y amistades de una persona viuda, deberían apoyarlos a retomar su vida y a no quedarse atorados en el proceso de duelo. Las personas viudas, tienen el derecho de retomar su vida sexual y disfrutarla con quienes mejor les convenga, después de todo quien se murió fue el otro y su muerte no debe ser motivo para vivir medio muertos, con la sexualidad mutilada.
Como dice el refrán popular: “el muerto al pozo y el vivo al gozo”.
[1] Artículo escrito para el programa El expresso de la diez de Radio Universidad de Guadalajara del jueves 23 de junio de 2016. 104.3 DE FM