AMORES QUE MATAN.
Cuando alguien se enamora de una persona, nunca se imagina que pueda llegar a odiarlo y a desearle la muerte. En el enamoramiento hay un deseo de posesión, cercanía, vinculación e intimidad muy fuertes. Se ama, se desea y se quiere estar con la persona amada el mayor tiempo posible. Se le quiere complacer, que este contento (a) y que quiera estar al lado de uno. El enamorado se desvive por agradar a la persona amada y trata de adivinar sus deseos para complacerlos, pues la satisfacción del amado (a) es su propia dicha.
Cuando las cosas marchan bien, este enamoramiento puede dar pie a un amor sólido, maduro y duradero, en que ambos se sienten mutuamente satisfechos e interesados en complacer al otro, fortaleciendo su vínculo amoroso y permaneciendo a través del tiempo de manera agradable y placentera.
Pero cuando uno de los dos se siente defraudado por lo que recibe del otro, amenazado de ser abandonado, teme ser engañado o simplemente el otro (a) no se acopla a sus expectativas iniciales o a las actuales, el amor se convierte en odio y en deseo de destruirlo en todos los sentidos: emocional, psicológico, social, familiar, económico y físicamente. Existen personas que dicen “Morir de amor”, cuando no se sienten correspondidas y otras que “matan por amor”, cuando creen que la otra persona los engaña o los pretende abandonar. Unos sienten que se mueren de amor porque no se sienten correspondidos y otros desean matar a la persona amada porque para ellos es mejor verla muerta que en brazos de otra persona.
Cuando se siente morir de amor, quien sufre es el enamorado que no se siente correspondido y en ocasiones se deprime o hace alguna tontería, pero cuando se está dispuesto a matar por amor, como los sujetos posesivos, envidiosos, celosos, paranoicos, intolerantes, agresivos, fronterizos o psicóticos, la persona que antes fue amada corre un serio peligro, pues los amantes despechados que poseen las características señaladas, no toleran ser dejados por quien creían era de su propiedad. Quienes son capaces de matar por amor, en realidad no han amado a la persona amenazada, sino que depositaron en ella sus idealizaciones, la creyeron un objeto personal, no le concedieron opinión ni vida propia, ajena a lo que ellos o ellas consideraban adecuado, de tal manera que cuando sienten que dicha persona está pensando en dejarlos, se rebela a sus imposiciones o intenta ser ella misma, el amante posesivo, celoso y agresivo se desorganiza y decide matarla. Existe una frase muy socorrida entre este tipo de personas que dice “mejor muerta que en brazos de otro”.
Los “amores que matan” son aquellos en cuya relación se anula la personalidad del otro, ya sea por temor a ser abandonado, por miedo a ser superado, por deseo de posesión autoritaria o por sadismo y fuertes deseos de control y sometimiento de la personalidad y voluntad del otro (a).
En la literatura y en el cine se muestran casos trágicos de estos “amores que matan”. Otelo es una de las grandes obras de Shakespeare, el genio de la literatura inglesa, en donde las intrigas, la inseguridad y el miedo dan pie a los celos enfermos y a la rabia asesina que propicia matar a la persona amada.
La infidelidad sexual y amorosa es otra de las causas que provocan la rabia asesina del otrora amante, que no soporta la idea de haber sido engañado (a) y su furia, derivada de este engaño los lleva a desear la muerte del infiel. El dramaturgo griego Homero refiere la tragedia de Troya debido al rapto de Helena, a quien se le considera infiel a su esposo, por haberse fugado con París. Pero también existen los casos en los que quien ama, al sentirse atraído (a) por otra persona y no poder romper el vínculo con su pareja actual, por miedo, culpa o mil sin razones más, prefiere pensar en matarla (o) para quitarla (o) del camino y así llegar, supuestamente, fácilmente a los brazos de la otra (o).
Cuando en las relaciones amorosas hace su aparición el desamor, acompañado de rencor, odio, decepción, frustración y resentimiento, lo mejor es tomar al toro por los cuernos y hablar con la otra persona para explicarle las razones de dicho desamor. Siempre será mejor un buen divorcio a un mal matrimonio. Pero existen personas que no toleran la idea de que su pareja los deje, aunque no exista ningún suplente y prefieren acabar con la vida de su pareja a dejarla libre. O la codependencia es tanta, como en la película Luna amarga, que se auto anula la personalidad con tal de continuar al lado de la persona amada, a pesar del rechazo de ésta.
Los amores que matan son una triste realidad de algunas parejas y es por eso que vale la pena adentrarse en las motivaciones inconscientes de las mismas, para evitar caer en este tipo de tragedias. Mediante el análisis de los personajes de algunas películas y reflexionando sobre sus vidas, se puede aprender a evitar llegar a situaciones de “matar por amor”, “morir de amor” o de terminar muerto en manos de la pareja.