HABLEMOS DE LA SEXUALIDAD.
Hace más de cien años que Sigmund Freud, uno de los grandes genios del siglo XX y creador del Psicoanálisis, se dio cuenta que sus pacientes histéricas y neuróticas sufrían por la represión de sus deseos y fantasías sexuales y se atrevió a decirlo a la comunidad científica de su época, recibiendo un manifiesto y rotundo rechazo a sus tesis sobre la importancia de la vida sexual en la génesis de la salud mental o de la enfermedad. Médicos, neurólogos y psiquiatras por igual lo rechazaron y le cerraron las puertas, acusándolo de degenerado y de estar equivocado en sus apreciaciones.
Por fortuna para la humanidad, Freud no se amedrento ante este rechazo y continuo investigando y tratando a sus pacientes con el método que con el tiempo sería lo que hoy es el psicoanálisis, escribiendo, publicando y enseñando a quien quisiera aprender, sus descubrimientos sobre la naturaleza psicológica y sexual del ser humano.
Después de él vinieron otros investigadores, como Havelock Ellis, los esposos Masters y Johnson, Helen S Kaplan y muchos más que han contribuido a fortalecer la disciplina de la sexualidad, al grado que hoy en día se imparte ésta como una especialidad y quien la toma se gradúa como sexólogo.
A pesar de todos los desarrollos en la materia, de las miles de publicaciones, programas de televisión, de radio y de películas, siguen prevaleciendo múltiples prejuicios y errores en la concepción de la sexualidad humana, con los consecuentes daños para la salud y la estabilidad psicológica individual, conyugal y familiar de millones de personas en todo el mundo.
Hablar de uno mismo no es fácil y hablar de la sexualidad de uno lo es menos. Hablar de la sexualidad humana es hablar de los afectos, las emociones, los sentimientos amorosos, del placer, del miedo, de la agresión, de la salud mental y de la locura, además de la biología de la reproducción y del funcionamiento normal y anormal de los aparatos genitales femeninos y masculinos. La sexualidad humana es mucho más que la relación genital, por eso ha sido tan difícil, que a pesar de los buenos intentos gubernamentales por la enseñanza de la sexualidad en las primarias y en las secundarias, se erradiquen los malos entendidos, que predominen los prejuicios y que sigan habiendo muchos universitarios que desconocen cosas fundamentales del funcionamiento de su cuerpo y de sus emociones ligadas a su sexualidad.
En la escuela y a través de los medios de comunicación se brinda información sexual, pero la educación sexual se adquiere en el hogar y son los padres los principales educadores, formadores o deformadores de la sexualidad de sus hijos. Es a través de la manera en cómo ven los hijos la relación afectiva entre sus padres, que aprenden a relacionarse con los demás. ¿Papá es capaz de darle un beso amoroso a mamá frente a los hijos? ¿Mamá es cariñosa con papá? ¿Los padres son cariñosos con sus hijos y no temen las manifestaciones afectuosas de contacto físico como los abrazos y los besos cariñosos? o ¿Los padres o alguno de ellos se refugia en la relación con sus hijos esperando de éste o éstos la satisfacción de sus necesidades sexuales que su pareja es incapaz de satisfacer? ¿Los niños duermen en la misma cama o habitación de los padres después de los seis meses de edad? ¿Los padres se angustian frente a la masturbación de sus hijos pequeños o adolescentes? ¿Son capaces de hablar con sus hijos acerca de la menstruación, las relaciones sexuales, el embarazo, los anticonceptivos, la homosexualidad, el aborto, y muchos otros temas que están a la orden del día en los medios de comunicación? o ¿Se hacen los sordos y creen que sus angelitos no saben de esas «cosas feas de la vida»? ¿Hablan con sus hijos de la importancia del placer sexual? o ¿Solo señalan lo malo y feo de la sexualidad, enviando mensajes de que es algo sucio y pecaminoso?
La educación sexual de los hijos inicia desde el momento que se los desea; ¿queremos un niño o una niña? ¿Al nacer lo queremos con su sexo biológico natural o hubiéramos querido que fuera diferente? ¿Aceptamos nuestra propia sexualidad? o ¿Tenemos conflicto con la misma?
Es necesario reconocer la existencia de la sexualidad infantil como un hecho natural en la vida de uno como ser humano, así como comprender la sexualidad de los adolescentes y quitarse de los ojos las vendas que nos impiden ver lo maravillosamente placentera que es la sexualidad de uno como persona.
Los mitos, los prejuicios, los errores, las desviaciones y las disfunciones sexuales, así como las enfermedades venéreas, deben ser parte de la educación sexual, en base a información objetiva y científicamente comprobada.
Si uno esta más satisfecho con la vida sexual de sí mismo, podrá ayudar a que el Otro, su pareja sexual, se sienta mejor y si cada uno contribuye con un poquito, los lazos afectivos y sexuales se fortalecerán Uno a Uno, para llegar a vivir con mayor plenitud la vida sexual de Uno en compañía del Otro y en beneficio de los demás.