LA SEXUALIDAD Y LAS DROGAS.
Desde tiempos inmemoriales el hombre se ha preocupado por descubrir sustancias que le ayuden a mejorar el deseo y el desempeño de su función sexual. Ha recurrido a extractos de plantas, a fermentación de alimentos y al uso químico de sustancias para elevar su deseo y rendimiento sexuales. Sin embargo, son más las sustancias que los disminuyen que las que los incrementan.
El alcohol, la cocaína, la marihuana, la heroína, las anfetaminas, los inhalantes y algunos medicamentos como los psicofármacos y los antihipertensivos, son sustancias que afectan a la función sexual de hombres y mujeres.
El alcohol en pequeñas dosis es un inhibidor del miedo y de la conciencia por lo que facilita la expresión de los deseos sexuales, pero a mayor cantidad impide la manifestación de la conducta sexual, con el consiguiente costo emocional para quien lo ingiere en exceso. Algunas personas tienden a recurrir al alcohol para disminuir sus temores e inseguridades sexuales y solo así se atreven a iniciar un romance o una relación sexual con su pareja; como se sienten muy bien, tienden a incrementar el consumo del mismo, solo para descubrir que se les dificulta el goce de su sexualidad, como esto los angustia, creen que aumentando la cantidad de alcohol se tranquilizaran y así entran en un circulo vicioso que puede llevarlos al alcoholismo crónico, con sus nefastas consecuencias sobre su vida sexual.
Debido a que es socialmente aceptado en todos los ámbitos, el alcohol es la droga que primeramente se consume y que se emplea para darse valor para el abordaje sexual de la pareja o para reducir las resistencias de ésta. Cuando la ingestión de alcohol ya no es suficiente, las personas comienzan a experimentar con otro tipo de drogas más fuertes y peligrosas como la cocaína, la heroína o las sintéticas que tanto daño causan en el organismo, afectando seriamente el funcionamiento neurofisiológico del aparato sexual de hombres y de mujeres.
Aunque la cocaína es una droga estimulante, se ha visto que no es una panacea para las relaciones sexuales ya que en la mayoría de los casos las personas se olvidan del sexo y prefieren seguir drogándose, pues llegan a sentirse mejor así que en las relaciones sexuales. La droga llega a sustituir al deseo y al placer sexual. La heroína tiende a ser más relajante y menos excitante, por lo que se prefiere el estado de éxtasis, que no implica un compromiso interpersonal con el otro, al esfuerzo de la conquista sexual. Así, se cambia el deseo y placer sexuales por la experiencia alucinatoria de la droga.
Los famosos afrodisíacos son alimentos o sustancias que por su forma u origen hacen creer a las personas que al ingerirlas, aumentara su deseo y potencia sexuales, pero científicamente no hay nada comprobado al respecto. Lo que sí se tiene probado es que algunos medicamentos tienden a disminuir el deseo y rendimientos sexuales, tales como algunos antidepresivos y algunos antihipertensivos, por que la persona que los consume deberá consultar con su médico, si es que llegara a notar una alteración en su funcionamiento sexual.
La famosa pastilla del amor, el viagra, que buscaba resolver todos los problemas de impotencia sexual, es uno más de los medicamentos que pretenden ser una panacea para las dificultades sexuales. Sin embargo, ésta droga no funciona si no va acompañada del deseo sexual hacia la otra persona, por lo que no basta con tomarla para lograr la erección, sino que hay que desear tener sexo con la otra persona, lo cual implica ya un interés y un esfuerzo motivacional.
Todas las drogas que supuestamente incrementaran el deseo y rendimiento sexuales, conllevan serios daños en el aparato genital reproductor y en el equilibrio emocional si se ingieren de manera abusiva, dando por consecuencia serias dificultades para llevar a cabo la función sexual, tales como impotencia, eyaculación precoz, coitos dolorosos, anorgasmia o dificultades para alcanzar el orgasmo, dificultades en la eyaculación, alteraciones hormonales en la producción de testosterona y de estrógenos, generando en los varones características físicas femeninas y en las mujeres resequedad vaginal e inapetencia sexual.
El órgano sexual más poderoso de hombres y mujeres es la mente, es por ello que a través de las diferentes drogas y a lo largo de la historia de la humanidad se ha intentado influir sobre ella con la esperanza de obtener mejores resultados sexuales. Pero la mejor droga para estimular el deseo sexual y lograr un buen rendimiento sexual, es la salud y equilibrio mental de la pareja. Sin esto, las más potentes drogas y estimulantes, en el mejor de los casos, solo ayudarán a conseguir un remedo de goce y rendimientos sexuales. Incluso las personas de más de sesenta años que se han mantenido placenteramente activas sexualmente, no necesitan de ninguna droga para alcanzar experiencias orgásticas muy satisfactorias.
Una buena alimentación, ejercicio físico regular, relaciones amorosas satisfactorias, un equilibrio mental sano, conocimiento de la sexualidad propia y del otro sexo, disminución de la represión y de los prejuicios sexuales y la práctica cotidiana y placentera de las relaciones sexuales con la pareja deseada y amada, son los mejores ingredientes para mantenerse activo y en forma sexual durante toda la vida.