Dr Perez Mora
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Dr Perez Mora > Artículos de: room37

LOS CONFLICTOS SEXUALES Y SUS SOLUCIONES.

Jul14
10

Los conflictos sexuales surgen cuando la pareja tiene intereses opuestos y no logra ponerse de acuerdo para dirimir sus diferencias. Ambos protagonistas pretenden imponer su deseo, sin importar el del otro y muchas veces creen que ceder a las peticiones de la otra parte es perder algo valioso, por lo que surgen las frustraciones y las agresiones. Los conflictos sexuales aparecen en la escena conyugal por diferentes razones: una de ellas es que los hombres y las mujeres son muy diferentes en su manera de vivir y expresar su sexualidad, pero son muy similares en su forma de creer que la otra parte debe pensar y sentir muy parecido a ellos. Los hombres tienden a expresar sus deseos sexuales de manera directa y pretenden que su pareja los comprenda como si fuera igual a ellos, en cambio, las mujeres manifiestan sus deseos y necesidades de manera muy diferente, pero también quieren que su contraparte masculina las entienda como si fuera una amiga y no su hombre. En este estira y afloja, ambos llegan a  creer que el otro está equivocado y entran en una lucha de poder para convencer a su oponente de que lo que ellos o ellas desean es lo que está bien, sin darse cuenta que tienen deseos y necesidades diferentes, aunque parecidas: ambas partes desean ser complacidas, pero de maneras distintas. Una de las causas principales por las que surgen estos conflictos es por la mala comunicación entre la pareja. Al no saber expresar sus deseos y creer que el otro o la otra parte debe adivinarlos, por el solo hecho de quererlos, propicia que surjan los malos entendidos, las confusiones, las frustraciones, los enojos y el sentimiento de “no me entiende porque no me quiere”, cuando en realidad lo que sucede es que no se entienden porque no saben comunicarse sus deseos y sus diferencias. Él puede querer una relación rápida y ella que él se tome todo el tiempo del mundo para excitarla. Ella puede pensar que a él solo le interesa desahogar su apetito sexual y él creer que ella no lo desea porque no está dispuesta a complacerlo en sus peticiones y entonces surgirá el conflicto, pues la tensión derivada de las necesidades opuestas los llevará a enojarse y a sentirse incomprendidos. Existen diferentes tipos de conflictos sexuales, entre ellos están los pseudo conflictos, consistentes en que la pareja o uno de sus integrantes cree que sus necesidades entran en oposición a las del otro u otra. Por ejemplo, si uno de los dos quiere alguna posición sexual, la otra parte puede pensar que eso atenta a sus intereses, cuando no es así. Los pseudo conflictos aparecen por la mala comunicación que propicia los malos entendidos y la desconfianza entre la pareja. Se cree lo que no es. Los conflictos latentes aparecen cuando los integrantes de la pareja no perciben la contraposición de intereses, necesidades o valores, por lo que éstos no se atienden ni se tratan como conflictos, de tal manera que no surge la agresión, pero tampoco se enfrentan, razón por la cual crecerán hasta llegar a explotar cundo menos se lo esperen. Los conflictos innecesarios, surgen cuando se cree que la satisfacción de las necesidades del otro, impiden las propias, sin ser realmente así, pero la desinformación, los estereotipos y la percepción errónea de los deseos o propósitos del partenaire, les hace creer que hay un conflicto de intereses. Los verdaderos conflictos sexuales se deben a la existencia de diferencias esenciales y cuestiones incompatibles, como distintos intereses, necesidades y deseos, distintas maneras de ver la vida sexual, criterios opuestos para resolver los conflictos y diferencias de principios y valores. Ejemplo de esto es cuando un miembro es muy conservador y religioso y cree que el sexo solo debe realizarse para la procreación, en tanto que el otro cree que debe llevare a cabo cuando hay deseo y para obtener placer. Si uno de los integrantes necesita ver pornografía para excitarse y el otro necesita encomendare a Dios cada que quieren tener sexo. En estos casos el conflicto es fuerte y si no se resuelve puede ocasionar graves daños a la relación de la pareja. Los conflictos sexuales suelen enfrentarse de diferentes maneras. La primera y muy común es la de negar la existencia del conflicto, evitando su enfrentamiento, manejo y solución del mismo. Otra forma es la de competir con el otro en una relación de  (ganar/perder) en la que se intenta imponer el criterio personal sin importar los deseos y necesidades del otro, “si yo gano, tu pierdes”. La contraparte es cuando uno de los integrantes no lucha por hacer valer sus deseos con tal de no confrontar a la otra parte. “Pierdo y te dejo ganar para que no me abandones, aunque no estoy convencido (a) de que sea lo mejor”. El conflicto queda irresuelto porque la parte perdedora se mantiene insatisfecha y temerosa, el ganador tiene una victoria pírrica; ha ganado a costa del otro. Otra manera de enfrentar los conflictos conyugales es mediante la evasión, en la que ambas partes pierden, pues no enfrentan el conflicto a pesar de reconocer su existencia. Los dos se mantienen insatisfechos, nadie gana, todos pierden en esta forma de afrontar los conflictos. La mejor forma de hacer frente a los conflictos conyugales, sexuales y de cualquier índole es la de la cooperación (ganar/ ganar), en la que los dos comprenden que hay que enfrentar los conflictos para crecer como equipo conyugal, sin perder su individualidad. Aprenden a negociar y a llegar a acuerdos que los beneficien mutuamente y fortalezcan su vínculo. La mejor manera de enfrentarse a los conflictos sería anticiparse a los mismos, para lo cual se requiere que exista una muy buena comunicación y el deseo por complacer al otro, complaciéndose uno mismo en el placer de complacer al otro; sin embargo, cuando los conflictos rebasan a la pareja en su capacidad de resolverlos, se recomienda buscar ayuda profesional para salvar la relación conyugal.

El beso

Jul9
00
Beso
Bésame, bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez,
Bésame, bésame mucho, que tengo miedo a perderte, perderte después.
C. Velázquez.

Para hablar del beso nadie mejor que los poetas y los enamorados, sin embargo es válido tratar de explicar el porqué de su importancia en la vida amorosa de los seres humanos, por cierto, los más erotizados del planeta.

Existen distintas clases  de besos, el filial entre hermanos, el amistoso entre amigos, el maternal y el paternal hacia los hijos, el social por cortesía y amistad y el amoroso y sexual, que es el más conocido, anhelado por los seres humanos, el más placentero y mencionado por los poetas y escritores.

Desde tiempos inmemoriales ha existido la conducta de demostrar mediante el beso los sentimientos de  gratitud, afecto, amistad, amor y pasión. Es una conducta universal y un medio de comunicación efectivo, aunque con algunas modificaciones en cada cultura. Aparece citado en la Biblia, en el Kamasutra y prácticamente en todos los textos importantes de las diferentes culturas. Los emperadores romanos besaban a las personas según su rango de importancia en la frente, la boca o los pies. Los franceses se besan dos veces en las mejillas y los rusos en la boca, aunque ambos sean hombres. Pero este tipo de besos no son eróticos, sino de reconocimiento y/o aceptación social.

El beso amoroso y sexual se da esencialmente en la boca y de allí puede recorrer prácticamente todo el cuerpo: mejillas, hombros, vientre, espalda, brazos, manos, piernas, genitales, nalgas, ano, etc. La forma de besar dependerá de la pericia y afectividad de quien lo haga y las partes del cuerpo besadas, de la creatividad de la pareja.

Besar la boca es ponerse en contacto íntimo con el otro y es una manera desplazada de mostrar disposición a tener relaciones sexuales, pero sin los riesgos y compromisos sociales de éstas últimas. Al ponerse en contacto un par de labios, se ponen en actividad varios nervios que generan una estimulación muy placentera y envían mensajes al cerebro para que el cuerpo se prepare para el encuentro sexual, lo haya o no. La piel se pone chinita, el corazón palpita más aceleradamente, los genitales se lubrican, la vulva se hincha y el pene se pone en erección. El beso en la boca puede ser tierno y suave o fuerte y apasionado; se pondrán en contacto solo los labios o se incluirá la lengua en la boca de la pareja, lo cual denotara mayor intimidad, es el famoso beso francés.

Al recorrer el cuerpo con los labios, la experiencia del que besa será tan placentera como la del que es besado y ambos disfrutaran del intercambio de los besos amorosos que, si es el caso, servirán como preliminares para la relación sexual, pero si la pareja no tiene pensado llegar al coito, habrán servido para obtener y dar placer erótico con y a la pareja amada.

El beso es una actividad erótica que es socialmente permitida, incluso en público, con ciertas limitaciones, que facilitan que los amantes se demuestren el amor frente a los demás. En la mayoría de las ceremonias religiosas se acepta que los recién casados se expresen su amor en un beso público. A los novios se les permiten ciertos besos frente a los demás y se espera y admite que los casados se manifiesten su agrado con besos en la boca.

En los cuentos e historias infantiles, la Bella Durmiente, Blanca Nieves y muchos otros personajes son devueltos a la vida mediante un amoroso beso. Pero igual el beso mal empleado es sinónimo de traición o de muerte como el de Judas a Jesús o cuando sé está enfermo y se trasmiten los virus y las bacterias a través del mismo. En algunos casos se contagia la mononucleosis infecciosa, popularmente llamada enfermedad del beso por ser la saliva un fluido a través del cual se transmite, es una infección producida por la familia de los Herpes virus, especialmente por el virus Epstein Barr. Es particularmente frecuente en los adolescentes y adultos jóvenes, presentándose la enfermedad con un cuadro clínico caracterizado por fiebre, dolor de garganta con faringo amigdalitis, fatiga y ganglios inflamados en varias partes del cuerpo. Es muy frecuente, en esta enfermedad, un aumento significativo del bazo y una erupción en la piel, que se hace mucho más evidente y prolongada si el paciente ingiere antibióticos como Ampicilina pensando que se trata de una faringitis común y corriente. Pude durar desde algunas semanas hasta varios meses. Sin embargo esto no debe ser motivo de preocupación o de evitación de los besos con la persona amada.

Aunque el besar es una conducta casi instintiva, cuenta mucho lo aprendido en la infancia y en la relación con los padres, esencialmente con la madre. Ella es la primer amante de hombres y mujeres y quien enseña a su bebé el valor del beso como demostración de afecto. Después lo asociarán con el sexo y lo gozarán más plenamente, siempre y cuando su experiencia haya sido satisfactoria y no teman dar de besos a quienes desean y aman.

Es curioso que la mayoría de las prostitutas, que ofrecen sus cuerpos por dinero, se oponen a dejarse besar en la boca por sus clientes, pues consideran que esa es una manifestación de afecto y no solo de sexo, ellas venden el uso de su cuerpo, pero no su afecto ni su alma, así el beso cobra una importancia mayor que sus genitales.

El beso en las relaciones sexuales es una de las actividades más placenteras, antes, durante y después del coito. Previo a la penetración sirve como estimulante, además de indicador del deseo sexual hacia la pareja; durante el acto sexual es una manifestación del deseo que aumenta la pasión y al otro se le demuestra el amor y el deseo que se siente por él o ella, al tiempo que se disfruta con ello; después sirve como manifestación de gratitud por la experiencia vivida y como demostración que allí sigue uno junto al otro. En este último punto las mujeres son más atentas y sensibles que los varones.

Sea como sea, el beso es una de las mejores caricias que se pueden brindar y recibir en las relaciones humanas y sobre todo en las de pareja, principalmente durante el contacto sexual. Y esto sucede aquí y en China.

AMORES QUE MATAN.

Jul7
00

pareja enojada

Cuando alguien se enamora de una persona, nunca se imagina que pueda llegar a odiarlo y a desearle la muerte. En el enamoramiento hay un deseo de posesión, cercanía, vinculación e intimidad muy fuertes. Se ama, se desea y se quiere estar con la persona amada el mayor tiempo posible. Se le quiere complacer, que  este contento (a) y que quiera estar al lado de uno. El enamorado se desvive por agradar a la persona amada y trata de adivinar sus deseos para complacerlos, pues la satisfacción del amado (a) es su propia dicha.

Cuando las cosas marchan bien, este enamoramiento puede dar pie a un amor sólido, maduro y duradero, en que ambos se sienten mutuamente satisfechos e interesados en complacer al otro, fortaleciendo su vínculo amoroso y permaneciendo a través del tiempo de manera agradable y placentera.

Pero cuando uno de los dos se siente defraudado por lo que recibe del otro, amenazado de ser abandonado, teme ser engañado o simplemente el otro (a) no se acopla a sus expectativas iniciales o a las actuales, el amor se convierte en odio y en deseo de destruirlo en todos los sentidos: emocional, psicológico, social, familiar, económico y físicamente. Existen personas que dicen “Morir de amor”, cuando no se sienten correspondidas y otras que “matan por amor”, cuando creen que la otra persona los engaña o los pretende abandonar. Unos sienten que se mueren de amor porque no se sienten correspondidos y otros desean matar a la persona amada porque para ellos es mejor verla muerta que en brazos de otra persona.

Cuando se siente morir de amor, quien sufre es el enamorado que no se siente correspondido y en ocasiones se deprime o hace alguna tontería, pero cuando se está dispuesto a matar por amor, como los sujetos posesivos, envidiosos, celosos, paranoicos, intolerantes, agresivos, fronterizos o psicóticos, la persona que antes fue amada corre un serio peligro, pues los amantes despechados que poseen las características señaladas, no toleran ser dejados por quien creían era de su propiedad. Quienes son capaces de matar por amor, en realidad no han amado a la persona amenazada, sino que depositaron en ella sus idealizaciones, la creyeron un objeto personal, no le concedieron opinión ni vida propia, ajena a lo que ellos o ellas consideraban adecuado, de tal manera que cuando sienten que dicha persona está pensando en dejarlos, se rebela a sus imposiciones o intenta ser ella misma, el amante posesivo, celoso y agresivo se desorganiza y decide matarla. Existe una frase muy socorrida entre este tipo de personas que dice “mejor muerta que en brazos de otro”.

Los “amores que matan” son aquellos en cuya relación se anula la personalidad del otro, ya sea por temor a ser abandonado, por miedo a ser superado, por deseo de posesión autoritaria o por sadismo y fuertes deseos de control y sometimiento de la personalidad y voluntad del otro (a).

En la literatura y en el cine se muestran casos trágicos de estos “amores que matan”. Otelo es una de las grandes obras de Shakespeare, el genio de la literatura inglesa, en donde las intrigas, la inseguridad y el miedo dan pie a  los celos enfermos y a la rabia asesina que propicia matar a la persona amada.

La infidelidad sexual y amorosa es otra de las causas que provocan la rabia asesina del otrora amante, que no soporta la idea de haber sido engañado (a) y su furia, derivada de este engaño los lleva a desear la muerte del infiel. El dramaturgo griego Homero refiere la tragedia de Troya debido al rapto de Helena, a quien se le considera infiel a su esposo, por haberse fugado con París. Pero también existen los casos en los que quien ama, al sentirse atraído (a) por otra persona y no poder romper el vínculo con su pareja actual, por miedo, culpa o mil sin razones más, prefiere pensar en matarla (o) para quitarla (o) del camino y así llegar, supuestamente, fácilmente a los brazos de la otra (o).

Cuando en las relaciones amorosas hace su aparición el desamor, acompañado de rencor, odio, decepción, frustración y resentimiento, lo mejor es tomar al toro por los cuernos y hablar con la otra persona para explicarle las razones de dicho desamor. Siempre será mejor un buen divorcio a un mal matrimonio. Pero existen personas que no toleran la idea de que su pareja los deje, aunque no exista ningún suplente y prefieren acabar con la vida de su pareja a dejarla libre. O la codependencia es tanta, como en la película Luna amarga, que se auto anula la personalidad con tal de continuar al lado de la persona amada, a pesar del rechazo de ésta.

Los amores que matan son una triste realidad de algunas parejas y es por eso que vale la pena adentrarse en las motivaciones inconscientes de las mismas, para evitar caer en este tipo de tragedias. Mediante el análisis de los personajes de algunas películas y reflexionando sobre sus vidas, se puede aprender a evitar llegar a situaciones de “matar por amor”, “morir de amor” o de terminar muerto en manos de la pareja.

SEXUALIDAD Y MATERNIDAD.

Jul4
00

imagen descriptiva

A menos que un ginecólogo lo señale, no existe ninguna razón válida para que una mujer embarazada deje de tener relaciones sexuales con su pareja, durante prácticamente todo ese periodo. Es más, debería estar indicado el que mantenga relaciones sexuales como medida profiláctica de salud mental y física, pues hacer el amor fortalecerá los lazos entre la pareja en este periodo tan importante de su vida.

En los primeros meses de gestación, la mujer sufre cambios importantes en su cuerpo y los primeros ocurren en el tamaño, peso y sensibilidad de sus pechos y pezones, los segundos se dan en sus genitales que al hincharse de sangre y no retornar fácilmente a su tamaño y forma original producen una mayor excitación en la mujer, la cual necesita desahogar para no estar tensa.

En la mayoría de las mujeres, el deseo sexual se incrementa con el embarazo, pero los prejuicios sexuales le impiden manifestarlo a su pareja, con lo cual se limita en la satisfacción sana de su sexualidad. Es normal que las mujeres embarazadas deseen tener sexo en este periodo y no deberían sentirse avergonzadas porque su libido se ve incrementada. De hecho podrán tener sexo hasta el octavo mes de embarazo sin ningún peligro para ellas o para su bebe.

En casi todas las culturas el papel de la maternidad es muy valorado y muchas veces desexualizado pues se le concede mayor importancia a la función reproductiva y al cuidado del bebé, que al placer de la madre. Esta ideología contribuye a que tanto las mujeres, como los hombres, tiendan a desexualizar a las madres, sean jóvenes o no. La paradoja de todo esto es que la sexualidad las convierte en madres y el maternaje las desexualiza y priva del placer que necesitan. En el mundo occidental a las madres se les suele poner en una especie de altar religioso, lejos de la imagen de la mujer seductora, deseosa y sexosa con el fin de mantenerla a salvo de los deseos edípicos incestuosos, ya que una mujer sin sexo no es deseable.

En el proceso para desexualizar a la madre, contribuyen hombres y mujeres por igual. Los primeros porque quieren mantener la idea de que su madre y ahora su esposa, no deben sentir deseos sexuales mientras están gestando y después criando a  los hijos. Las mujeres, por su parte, debido a la tradición en la que han sido educadas, participan de la misma idea y se auto cancelan todo tipo de deseo sexual. Pero en realidad no hay ninguna razón válida para que las mujeres cancelen su sexualidad durante la maternidad. En realidad quienes continúan su vida sexualmente activa durante el embarazo y después de la cuarentena, son mujeres más sanas, más satisfechas consigo mismas y en consecuencia mejores madres, pues no dejan de ejercitarse en el placer de la cohabitación conyugal. A excepción de los casos en los que el ginecólogo recomiende reposo absoluto por el riesgo de un aborto, no hay razón para dejar de mantener relaciones sexuales durante el embarazo, inclusive hasta el octavo mes de gestación o un poco más, la pareja puede seguir con su vida sexual activa, solo acoplándose a las mejores posiciones, para que la mujer disfrute de la experiencia.

Las mujeres embarazadas suelen llegar a experimentar orgasmos por primera vez en su vida en este periodo debido a la inflamación que sufren sus genitales, lo cual resulta muy placentero para ellas. Otras suelen tener orgasmos menos intensos por las mismas razones. Unas más suelen experimentar orgasmos múltiples por primera vez en su vida. Todas pueden gozar de la sexualidad si se deshacen de sus miedos, prejuicios e ignorancia sobre la sexualidad y sobre todo si tienen parejas comprensivas y amorosas que las amen por sí mismas y por su embarazo.

Tanto los hombres como las mujeres suelen dejar de tener sexo durante el embarazo y a veces después de varios meses posteriores al parto por una serie de prejuicios y/o malos entendidos. Algunas mujeres se sienten mal de ver cómo cambia su cuerpo con el crecimiento del bebé y temen no ser agradables a su pareja por lo que se niegan al sexo. Por su parte, los hombres llegan a creer que pueden lastimar al bebé o peor aún, que el bebé les puede dañar su pene y prefieren evitar las relaciones sexuales con su pareja embarazada. En los casos en los que es el hombre el que se angustia y se niega al sexo con su mujer embarazada o recién parida, la fémina se sentirá rechazada y en ocasiones culpable por sus deseos sexuales, llegando a creer que es una mala mujer y una mala madre por su excitación sexual.

Una vez nacido el hijo, es normal que ambos padres terminen el día agotados por la atención brindada al pequeño, pero pasada la cuarentena, el hombre debe reinstalar a su pareja en su rol sexual, sacando al bebé de la alcoba conyugal y reanudando las relaciones sexuales sin miedos. El bebé nunca debe estar en la habitación cuando los padres tengan sexo, pues esto le afecta en su desarrollo psicológico y la madre no se podrá concentrar en su cuerpo para alcanzar el orgasmo, por estar pendiente de las necesidades de su hijo. Es recomendable que tanto las mujeres como los hombres, dejen de disociar a la mujer y puedan concebirla como una misma en sus funciones de mujer sexuada, madre, pareja y persona. Al integrarla en todos sus roles, ambos sexos podrán disfrutar mejor de la convivencia sexual. Las madres tienen tanto derecho, como las que no lo son, a disfrutar de su sexualidad y los hombres necesitan comprenderlas y no temerle al sexo durante el embarazo ni después del parto.

Para algunas personas, la madre es alguien pura y santa, asociada con la virgen de Guadalupe, se le disocia del sexo, al cual se le concibe como malo, sucio y pecaminoso, razón por la que evitan, rechazan y recriminan a las mujeres que estando embarazadas o recién paridas, desean continuar con su vida sexual, asociándolas con la Malinche. En estos casos prevalecen los prejuicios y la incultura sexual, así como el temor a las mujeres sexuales.

Por otra parte, la fatiga que conlleva el embarazo y la crianza de un hijo, influye para que algunas mujeres prefieran acostarse a dormir y se nieguen al sexo cuando su pareja se lo solicita y argumentan que es por el bebé, con lo cual refuerzan la idea de que las madres no “cogen”. En estos casos el riesgo de una infidelidad masculina se incrementa pues, al sentirse rechazado por su mujer, el varón buscara el desahogo en cualquier otro lugar. Por ello es importante que ambos dialoguen y se apoyen mutuamente en las labores que implican el embarazo y la crianza del hijo.

La sexualidad produce a las madres y la maternidad suele matar a la sexualidad con el consiguiente daño para la pareja, lo cual va en perjuicio directo para el hijo. Si tanto las mujeres embarazadas, como las que ya son madres, cuidan y mantienen su vida sexual activa, con el apoyo de su pareja masculina, lograran ser mejores personas, mujeres y madres, pues al poder continuar disfrutando de su sexualidad sin culpas, serán más felices y dispondrán de mejores energías para atender las necesidades de sus hijos, sin descuidar las propias ni las de su pareja masculina, padre de sus hijos. Todas las mujeres tienen derecho a ser madres y a continuar disfrutando de su sexualidad durante la gestación y después del parto, pues antes de ser madres han sido y seguirán siendo mujeres.

 

 Artículo escrito para el programa El expreso de las diez de Radio Universidad de Guadalajara del jueves 8 de mayo de 2014.

EL USO DEL PODER EN LAS RELACIONES DE PAREJA: EL SEXO COMO ARMA.

Jul1
00

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Sexualidad y agresión son dos de las pulsiones humanas que están estrechamente vinculadas desde el nacimiento y que cuando predomina la segunda, empobrece la existencia de la persona, al grado de llevarla a perder la cordura, atentando en contra de los demás o de sí mismo. Pero cuando es la sexualidad la que logra sobresalir, se neutralizan los aspectos agresivos y las relaciones se enriquecen en beneficio familiar y colectivo, con el placer de la pareja.

En las relaciones de pareja el equilibrio existente entre la sexualidad y la agresión, marca la calidad de la convivencia conyugal. Cuando aumenta la agresión, el sexo es empleado como un arma contra la que la otra parte no tiene defensa, pues ante el enojo, decepción o frustración, se utiliza la negativa a complacer a la pareja en sus necesidades sexuales, sabiendo que de esta forma se le hiere y lastima en lo más íntimo, pues una pareja conyugal se define por la calidad de sus relaciones sexuales. Cuando se emplea para chantajear a la otra parte, también está contaminada de agresión, pues el fin ya no es el dar y recibir placer en la interrelación, sino obtener un beneficio secundario mediante la aceptación de las relaciones sexuales, como cuando se condiciona al hecho de que se cumplan ciertas peticiones de dinero, viaje, compañía o regalos. El sexo se usa como un arma de poder para dominar a la pareja.

Si la pareja utiliza cotidianamente la sexualidad como un arma de control de la conducta del otro (a), es porque no han podido o no han sabido dialogar sobre sus diferencias, gustos y disgustos, sin tanta agresión. Cuando se recurre a la “huelga de piernas cruzadas”, la indiferencia sexual o la masturbación en solitario, la relación conyugal esta en serios problemas que deben atenderse lo antes posible, si no se quiere aumentar el riesgo de  una ruptura grave.

En ocasiones la guerra sexual se da porque la pareja no ha sabido conocerse y él o ella se sienten insatisfechos, porque han sido incapaces de preocuparse por los gustos, necesidades e intereses sexuales de su partenaire y han vivido las relaciones sexuales más como un sacrificio que como una manera de brindarse placer uno al otro. La ignorancia y los prejuicios sobre el sexo han dañado a millones de personas a través de la historia y han impedido que hombres y mujeres convivan en placentera armonía, brindándose placer mutuamente.

Emplear la negativa a tener relaciones sexuales como manera de dirimir los conflictos le resta calidad a la vida conyugal. Sin embargo, en ocasiones esta negativa está justificada, como cuando uno de los dos pretende forzar al otro (a) a realizar cosas con las que no está de acuerdo, cuando se tiene el sexo de manera violenta, si se pretende tener las relaciones en un ambiente inadecuado o si se daña a terceras personas. Cuando la pareja está enojada por razones no sexuales, suelen utilizar la sexualidad como medio de reconciliación o de agresión. Dar o no dar sexo placentero es usado como un medio de poder sobre el otro (a)

Si mediante el dialogo claro y franco aclaran sus conflictos, la relación sexual es una buena manera de refrendar su compromiso afectivo y amoroso, pero si la agresión es mayor que la energía libidinal y amorosa, entonces la negativa a tener relaciones sexuales es utilizada como un arma para expresar el coraje contra la pareja, con el consecuente daño personal, pues ambos se privan del placer que podrían brindarse si no utilizaran su sexualidad de esta manera.

Debido a que la línea que divide a la sexualidad de la agresión suele ser muy delgada, es importante que las parejas aprendan a fortalecer su vida amorosa y sexual mediante el conocimiento de los deseos, emociones, sensaciones, gustos, preferencias, prejuicios y dificultades para disfrutar de la sexualidad, tanto propios como de la pareja. Este conocimiento se puede adquirir mediante la lectura de literatura científica, la consulta con un profesional del ramo, pero esencialmente mediante el diálogo abierto y honesto entre ambos, dejando en el cesto de la basura, la pena, la vergüenza, los prejuicios y las ideas de que la sexualidad es algo malo y sucio. Cuando ambos se interesan por conocerse mejor a sí mismos y a las necesidades de su pareja, tienen mayores posibilidades de lidiar con los malos momentos en los que el enojo los lleva a querer emplear la sexualidad de manera chantajista y agresiva, predominando el deseo libidinal por disfrutar de la relación sexual sobre la pulsión agresiva, con el consecuente  fortalecimiento y enriquecimiento de la relación amorosa de la pareja.

La sexualidad es una herramienta muy poderosa, tanto para construir como para destruir en las relaciones de pareja. El sexo posee un poder enorme, tanto para bien como para mal. Para fortalecer el vínculo amoroso o para destruir a las personas y a la pareja, es por ello que saber usar el poder que tiene el sexo es la clave de las parejas exitosas y la ruina de quienes no lo supieron emplear de manera constructiva. El sexo es poder y quienes saben usarlo adecuadamente suelen ser felizmente exitosos en sus relaciones.

 

La obra de Joan Manuel Serrat analizada

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Jul1
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La obra de Joan Manuel Serrat analizada

Les comparto el link a mi tesis para una maestría en psicoterapia psicoanalítica, espero sea de su interés.

Celos, una realidad cercana

Jun29
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Un alto porcentaje de la población considera que los celos son una muestra de amor hacia la pareja celada. Algunas personas se sienten mal queridas si el amado (a) les refiere que no siente celos. La realidad es que los celos son producto de la desconfianza que experimenta el celoso y el motivo de muchos crímenes pasionales y de millones de rupturas amorosas, que sin ellos tal vez habrían podido sobrevivir.

Los celos sexuales son los más pasionales y originan el mayor de los sufrimientos en el celoso, pues éste no puede dejar de pensar en que su pareja esta con otra persona y que por tal motivo se está quedando sin su amor y su fidelidad. Uno de los substratos inconscientes de los celos es la homosexualidad latente que todos los seres humanos llevan en su interior, como resabio de la bisexualidad infantil. Tanto los hombres como las mujeres, cuando niños, llegaron a creer que podían ser de uno u otro sexo, hasta que el efecto de las hormonas les demostró que se era hombre, o se era mujer. Algunos continúan en la vida con la idea de que pueden ser ambos sexos y son personas que ejercen su sexualidad de ambas maneras: hetero y homosexualmente. Son bisexuales activos, que pueden estar casados, tener hijos y tener un amante de su mismo sexo.

Los individuos que son muy celosos y siempre andan “viendo moros con tranchete”, que desconfían de cada paso que da su pareja y creen que se acuesta con cualquiera, son personas muy inseguras de sí mismas y de su propia sexualidad. El mecanismo que subyace a los celos es una defensa frente a la inclinación homosexual. La defensa consiste en que el celoso cree que su pareja está pensando en tener sexo con otra persona del mismo sexo que quien cela. Si es hombre, celara a su mujer pensando que ella desea estar con otro hombre. En la calle andará alerta de vigilar a su mujer, creyendo que ella volteara a ver a todos los hombres que se crucen en su camino. Sin embargo, el celoso, solo se fijara en aquellos hombres que para él resulten atractivos y mediante el mecanismo de la proyección, culpara a su mujer de fijarse en ellos, aunque ésta ni siquiera se haya percatado de la presencia de dichos hombres, o lo que es peor, ni siquiera sean de su gusto. La persona que sufre de celos, puede caer en una celotipia, que son los celos enfermizos. En esta enfermedad, el celotipico (a) cree que su pareja lo engaña hasta con su sombra y en algunos casos llegan a temer que su mujer sueñe con los otros (as). Es tanta su desconfianza que busca cualquier indicio que le pueda confirmar que tenía razón en su percepción.

El celoso (a), duda de sí mismo (a), pero no es capaz de reconocerlo, por lo que proyecta en el otro (a) sus deseos y sus miedos. Como él duda de sí mismo (a), cree que no es digno de ser amado (a) y que su pareja fácilmente lo cambiara por el otro (a). Como no es capaz de reconocer su propia desconfianza, la proyecta en su pareja y desconfía de ella, acusándola de serle infiel. Pero en realidad, es el celoso quien desea ser infiel, solo que no con otra persona del sexo contrario, sino con alguien de su mismo sexo. Por eso los hombres celan a sus mujeres con otros hombres y las mujeres a sus hombres con otras féminas. La persona celosa vive pensando en lo que hace o hará su pareja con alguien del mismo sexo que el celoso y de esta forma es como si él o ella lo estuvieran haciendo con la persona con la que celan a su pareja. Si el celoso reconociera esta situación, la angustia sería mucho mayor que la que le generan sus celos, pues sería tanto como reconocer que es homosexual. Los celos son pues una defensa frente a la homosexualidad latente que amenaza con hacerse manifiesta en sujetos a los que ésta les angustia en exceso, por lo que prefieren culpar a su pareja de aquello que ellos desean, pero sin reconocerlo.

Las personas celosas sufren por sus angustias homosexuales y por su inseguridad, producto de su identidad sexual no consolidada. Al no estar seguros de sí mismos, los celosos creen que son fácilmente intercambiables, lo cual les angustia terriblemente, pues temen quedarse solos y sin la seguridad de tener una pareja heterosexual que los reasegure contra sus miedos homosexuales. Los celosos no son homosexuales de facto, pero si tienen mucho miedo de llegar a serlo, pues en su infancia tuvieron problemas para confiar en sí mismos y para consolidar su proceso de separación individuación que consiste en saberse queridos y sentirse seguros de ser amados por la madre tal como son, de acuerdo con su sexo biológico: si son niñas se sienten amadas por ser así y si son varones, sienten que su madre y su padre los ama por lo mismo.

Vivir con un celoso irredento es un suplicio para su pareja, quien constantemente es acusada de hacer cosas que ella no pensó o no realizó. El celoso es capaz de hacer dudar a su pareja de serle infiel y hay casos en los que la persona celada llega a dudar de sí misma, pues el mecanismo proyectivo que utiliza el celotipico es tan fuerte que contamina a la pareja del celoso, haciéndola insegura de sí misma, al grado de que se somete a los controles autoritarios del celoso para darle tranquilidad, cosa que no se logra. Los celos sexuales generan una violencia intraconyugal tremenda, pues a la inseguridad sexual del celoso, se agrega la pasión y la agresión que está ligada a su sexualidad pregenital, llevándolos a perder el control de sus impulsos cuando creen que su pareja los ha engañado con otra persona, llegando incluso al crimen pasional, tal como nos muestra la historia y la literatura universal.

Una manera de resolver los celos es sometiéndose a un proceso psicoterapéutico con un profesional de la salud mental y solicitando el apoyo de la pareja para salir delante de esta situación enfermiza que destruye el vínculo amoroso, pues sin confianza y seguridad en uno mismo y en la pareja, no se puede construir nada sólido, pues el menor viento de duda, echa al suelo cualquier construcción libidinal.

Con humor y sin tabú

Jun29
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Con humor y sin tabú

La salud mental no es algo para tomarse a la ligera ni hacer burla de ella pero un poquito de humor ayuda a no tratarla como algo de lo que no se debe hablar.

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