Dr Perez Mora
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May19
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DIÁLOGOS CORPORALES.

By Marco Antonio Perez Mora - artículos, Parejas, Psicoterapia, sexualidad

pareja amorosa

El lenguaje del cuerpo es universal, pero debe ser traducido por cada persona para que el otro (a) comprenda cabalmente lo que se quiere expresar. En las relaciones de pareja se experimentan sensaciones y emociones muy intensas que se manifiestan mediante cambios corporales. Algunos son visibles y conscientes, otros son inconscientes. En el intercambio amoroso de las relaciones sexuales, las reacciones suelen ser muy intensas y generalmente placenteras, pero a muchas personas les resulta difícil y penoso hablar de ellas. A otras les angustia registrar emociones tan fuertes y no tener control sobre ellas.

Cuando la pareja rompe con los prejuicios aprendidos y logra expresar abiertamente sus emociones y sensaciones experimentadas en el intercambio amoroso, el conocimiento de ambos propicia un enriquecimiento y fortalecimiento del vínculo libidinal, facilitando un incremento en la intensidad del goce sexual. Para lograr esto es menester contar con la confianza en sí mismo y en el otro (a), de que lo que se exprese no será usado en contra de ninguno, que será aceptado, respetado y comprendido como parte de la personalidad de cada uno.

Estallar, penetrar, recibir, contener, poseer, entregar, atrapar, son palabras que describen algunas de las emociones que se despiertan en la relación sexual y definen el placer vivido en el intercambio libidinal.

El cuerpo reacciona ante ciertos estímulos, que pueden ser placenteros o desagradables. Lo importante es saber identificarlos y poder compartirlos con la pareja para que ésta los conozca y los realice, o los evite en su práctica sexual. Poder registrar en qué partes del cuerpo se disfruta más del contacto, sea suave o fuerte, agudo o grave, implica tener la sensibilidad de contactarse con las propias emociones y contar con la capacidad de dejarse llevar por las sensaciones físicas, sin angustiarse por los pensamientos que acompañan a tales sensaciones. Conlleva la libertad de permitirse el disfrute placentero sin sentirse culpable, sin juzgar si la sensación es buena o mala en términos de juicios de valor social y/o religioso. En algunos casos, las experiencias corporales pueden hacer creer, a quien las tiene y a su pareja, que son propias del otro sexo y las angustias homosexuales las tienden a bloquear.

Si un hombre siente placer cuando su pareja le toca las nalgas, el perineo o el ano, puede creer que eso lo convertirá en homosexual y se negara a ser tocado en esa parte de su anatomía. Intentará evitar que su pareja se dé cuenta del gusto que ha experimentado, pues teme que ella piense que es menos masculino sí reconoce el placer experimentado en tales zonas. Algunas mujeres se inhiben de expresar el gusto que les da colocarse arriba de su hombre y sentir que lo poseen, porque creen que su pareja pensará mal de ellas. Temen que él se sienta mal o que crea que es lesbiana, por el hecho de disfrutar el frotamiento de su pubis y clítoris con las nalgas de él.

El cuerpo tiende a reaccionar ante los estímulos, caricias, besos, fantasías y pensamientos. Sus reacciones suelen pasar desapercibidas para quien las tiene y muchas veces es la pareja la que se da cuenta de ellas. Cuando expresa su percepción sobre las reacciones de su partenaire, éste suele negarlas, sorprenderse o se siente descubierto en algo que le apena o avergüenza. Sin embargo, no debería pasar nada de esto, pues son reacciones propias de la naturaleza humana. Es normal, sano y hasta recomendable entrar en contacto con nuestro cuerpo, para reconocer aquello que nos complace y lo que nos incomoda en el intercambio amoroso con la pareja.

Es conveniente, y hasta imprescindible, saber reconocer lo que gusta en uno mismo y conocer lo que a la pareja le agrada para poder recibir y brindarle un mayor placer en el intercambio sexual. El cuerpo habla por sí mismo, pero es necesario que su lenguaje se verbalice para que la pareja lo conozca, acepte y comprenda. Si se aprende a traducir adecuadamente lo que el cuerpo registra, el otro (a) conocerá de viva voz lo que es agradable y placentero, así como aquello que incomoda o molesta en las relaciones sexuales.

Las parejas podrían hacer el ejercicio de tocarse todo el cuerpo e irle diciendo al otro (a) lo que se va experimentando. Cómo se sienten las caricias en el cuello, en el vientre, en los senos, en los pezones, en la nuca, en las piernas, en las nalgas, en el pubis, en las manos, en los dedos, en los pies, en el pene, en los testículos, en el perineo, en el ano, en los codos, en la cara, en la boca, en la vagina, etc. Es recomendable que se tenga un lenguaje claro y llano. Que se nombre a las partes del cuerpo pos su nombre, al pene, pene y a la vagina, vagina. Que se dejen a un lado las inhibiciones, las angustias y los temores a lo que dirá o pensará el cónyuge. Es mejor preguntarle a la pareja qué piensa de lo que se ha manifestado. ¿Le parece normal, raro, agradable o rechazable, lo que se ha expresado? si es así habría que dialogar al respecto. ¿A alguno de los cónyuges le desagrada que al otro le guste algo en particular? Si así fuera, es buena oportunidad para charlar sobre el asunto y sobre los propios prejuicios y temores.

También se debe ser consciente que cada persona es un ser único y por lo tanto responderá de manera particular a ciertos estímulos. Lo que a uno le agrada puede ser que para el otro sea totalmente indiferente o hasta molesto. Por ello es conveniente mantenerse con una actitud abierta, sincera, honesta, receptiva y respetuosa de lo que la pareja manifiesta, respecto a su lenguaje corporal y su manera de traducirlo en palabras.

Nos o guste o no, el cuerpo tiene su propio lenguaje. A veces una caricia, un movimiento, dicen más que mil palabras. Sin embargo, es recomendable hablarlo, clarificarlo y puntualizarlo, para no permitir los malos entendidos, que solo generan falsas interpretaciones y desencuentros amorosos. El cuerpo tiene su propio lenguaje y conviene saber descifrarlo y compartirlo con la pareja.

May18
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EL MACHISMO EN LA EDUCACIÓN SEXUAL.

By Marco Antonio Perez Mora - Familia, Parejas, Psicoterapia, sexualidad

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El macho no nace, se hace, y lo hace la familia. El mito del macho mexicano es algo que ha hecho más daño que bien, pues a través de muchísimos años se ha forjado la idea de que ser macho es el leit motiv de los varones con deseos de triunfar, sobre todo en el terreno sexual. Pero también se ha denigrado el concepto y se habla de machismo como sinónimo de misógino, esto es, que se odia a las mujeres. Así, es común escuchar a las personas decir “se cree muy macho” “es un machista”, “su machismo le impide ser más atento con su pareja”, “los machos de Jalisco”, donde la población homosexual es alta, “es un machito cualquiera”, “los hombres son machos y no lloran”, “aguántese como los machos”. Pero ¿qué es lo qué hay detrás de esta palabra tan llevada y traída desde la infancia en boca de niños y niñas, de hombres y de mujeres?

El origen de la palabra proviene de la biología en donde se emplea para designar al animal de sexo masculino, esto es, al macho versus la hembra. De aquí se ha tomado la idea de que el macho humano, como en el reino animal, debe utilizar la fuerza física para dominar a los demás y para lograr reproducirse apareándose con las mejores hembras de su especie.

En algunas personas y familias el machismo, definido como la predominancia del ejercicio del poder del varón sobre la mujer, solo por el hecho de ser varón, sin importar ninguna otra razón, es todo un estilo de vida, muchas veces compartido y perpetuado por las madres de los pasados, presentes y futuros machos, pues son ellas las que les trasmiten las ideas y sentimientos de que, por el hecho de ser varones, ya tienen ganado el derecho a ser admirados por la misma madre y por el resto de las mujeres de casa, las cuales son educadas para servir “al niño”. Estas actitudes provienen de conductas ancestrales en las que el varón imponía sus puntos de vista por ser el más fuerte físicamente, por ser el proveedor económico y el defensor de la familia.

Cuando un niño es educado con la idea de que él es mejor que las mujeres, de que no debe hacer ciertas cosas en el hogar, como lavar los platos, barrer, limpiar la casa o recoger sus cosas, pues para eso están las mujeres de la casa, sean las hermanas, la madre o la sirvienta, se le forja en su mente la idea de ser superior a las mujeres y de que éstas viven para servirle y para ser usadas para satisfacer sus necesidades de todo tipo, incluidas las sexuales, sin que él sienta el compromiso de corresponder de la misma manera.

Además de las cuestiones económicas, de fuerza física y de dominio ancestral del hombre hacia la mujer, están las psicológicas y sexuales. En éstas últimas lo que ha pasado y sucede es lo siguiente: la madre ha sido educada con la idea de que por ser mujer le ha tocado por destino servir a su marido y obedecerlo en todo, tal como bíblicamente se establece por la cultura judía, la musulmana, la hindú y muchas otras. Esta madre ha vivido con la idea de que los hombres son lo más valioso y que tener uno es una bendición del cielo. También se ha quedado con la idea de que por ser mujer no es lo suficientemente valiosa para ser amada por sí misma como persona. Así, cuando trae al mundo un varón, se siente realizada por ello y el marido se encarga de reforzarle la idea de que solo por eso vale, pues cuando solo procrea niñas, su pareja tiende a devaluarla, como fue el caso de Enrique VIII de Inglaterra y de muchos padres de hoy día.

Este tipo de madres se enfocara a cuidar como si fuera un pequeño dios a su hijo y le trasmitirá las creencias familiares de que, por ser poseedor de un pene, ya tiene ganado un lugar en este mundo. Lo educara con la idea de que él no tiene que preocuparse por ganarse las cosas, de que las mujeres están para servirle, de que deberá poseer al mayor número posible de éstas, de que no debe sentir ni expresar sentimientos afectuosos, ya que eso “no es de machos”, “sentir y llorar es cosa de viejas”, etc.

Un varón que crece en este ambiente, cuando llega a la adolescencia, trae la concepción machista, trasmitida por sus padres, de que puede tomar a las mujeres que desee y que no tiene porque preocuparse por las necesidades de éstas, ya que estarán satisfechas solo por el hecho de complacerlo, “pues para eso existen, ¿qué no?” pensara el machito en ciernes.

El padre de este prospecto de macho y caricatura de hombre, ha sido a su vez un hombre desligado de su hijo en lo afectivo y le ha exigido y estimulado que se comporte violentamente en sus relaciones con los demás, como lo hacen los machos en el reino animal, solo que con mayor agresividad que aquellos.

Este niño crecerá y elegirá a una mujer a la que le exigirá la misma admiración que le tuvieron las mujeres de su infancia y adolescencia y en el terreno sexual solo le importara su desahogo. Difícilmente se preocupara por pensar si su mujer ha quedado satisfecha sexualmente, en muchos casos esta pregunta nunca se le ocurrirá pues cree que las mujeres han nacido para complacerlo sin que él les ofrezca nada más que su persona. En sus relaciones sexuales será un pobre amante, se desahogara cuantas veces quiera y su abnegada pareja se lo permita, pero nunca sabrá lo que es tener un maravilloso orgasmo con una mujer que se siente amada y tomada en cuenta como mujer y como persona, no conocerá la sensibilidad de su mujer y difícilmente descubrirá los recovecos sensuales de su cuerpo y de su mente, privándose del goce que ella podría brindarle si él no fuera tan macho.

Hay un dicho popular mexicano que dice que “no tiene la culpa el indio sino quien lo hace compadre” y otro que dice “tanto peca el que mata la vaca como el que le detiene la pata”, haciendo alusión a que el problema del machismo no es solo de los hombre o de las mujeres, sino de ambos. Así, la pareja del macho mexicano, ruso o irlandés, suele ser una mujer sumisa y abnegada, aunque llena de mucho resentimiento y frustración hacia su querido macho al que chiquea y apapacha para que siga siendo como es, pues de esta manera se venga de él, ya que no lo ayuda a crecer y a ser mejor persona. De hecho, la mayoría de los machos, son malos amantes, pues aunque presuman de muchas relaciones sexuales, éstas son de poca calidad y muy frustrantes para su pareja sexual, a menos que ésta sea masoquista y goce con los malos tratos.

Por fortuna, en la actualidad la mentalidad de muchas madres y padres ha ido cambiando y ya no se privilegia tanto la educación del varón sobre la de la mujer y se esta intentando revalorar el papel de la mujer en todos los ámbitos del quehacer humano, para procrear menos machos y más hombres capaces de amar, respetar y disfrutar sexualmente con su pareja.

Por fortuna, en la actualidad la mentalidad de muchas madres y padres ha ido cambiando y ya no se privilegia tanto la educación del varón sobre la de la mujer y se esta intentando revalorar el papel de la mujer en todos los ámbitos del quehacer humano, para procrear menos machos y más hombres capaces de amar, respetar y disfrutar sexualmente con su pareja.

May6
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LA SEXUALIDAD Y LAS DROGAS.

By Marco Antonio Perez Mora - Parejas, Psicoterapia, sexualidad

SEXO Y DROGAS

Desde tiempos inmemoriales el hombre se ha preocupado por descubrir sustancias que le ayuden a mejorar el deseo y el desempeño de su función sexual. Ha recurrido a extractos de plantas, a fermentación de alimentos y al uso químico de sustancias para elevar su deseo y rendimiento sexuales. Sin embargo, son más las sustancias que los disminuyen  que las que los incrementan.

El alcohol, la cocaína, la marihuana, la heroína, las anfetaminas, los inhalantes y algunos medicamentos como los psicofármacos y los antihipertensivos, son sustancias que afectan a la función sexual de hombres y mujeres.

El alcohol en pequeñas dosis es un inhibidor del miedo y de la conciencia por lo que facilita la expresión de los deseos sexuales, pero a mayor cantidad impide la manifestación de la conducta sexual, con el consiguiente costo emocional para quien lo ingiere en exceso. Algunas personas tienden a recurrir al alcohol para disminuir sus temores e inseguridades sexuales y solo así se atreven a iniciar un romance o una relación sexual con su pareja; como se sienten muy bien, tienden a incrementar el consumo del mismo, solo para descubrir que se les dificulta el goce de su sexualidad, como esto los angustia, creen que aumentando la cantidad de alcohol se tranquilizaran y así entran en un circulo vicioso que puede llevarlos al alcoholismo crónico, con sus nefastas consecuencias sobre su vida sexual.

Debido a que es socialmente aceptado en todos los ámbitos, el alcohol es la droga que primeramente se consume y que se emplea para darse valor para el abordaje sexual de la pareja o para reducir las resistencias de ésta. Cuando la ingestión de alcohol ya no es suficiente, las personas comienzan a experimentar con otro tipo de drogas más fuertes y peligrosas como la cocaína, la heroína o las sintéticas que tanto daño causan en el organismo, afectando seriamente el funcionamiento neurofisiológico del aparato sexual de hombres y de mujeres.

Aunque la cocaína es una droga estimulante, se ha visto que no es una panacea para las relaciones sexuales ya que en la mayoría de los casos las personas se olvidan del sexo y prefieren seguir drogándose, pues llegan a sentirse mejor así que en las relaciones sexuales. La droga llega a sustituir al deseo y al placer sexual. La heroína tiende a ser más relajante y menos excitante, por lo que se prefiere el estado de éxtasis, que no implica un compromiso interpersonal con el otro, al esfuerzo de la conquista sexual. Así, se cambia el deseo y placer sexuales por la experiencia alucinatoria de la droga.

Los famosos afrodisíacos son alimentos o sustancias que por su forma u origen hacen creer a las personas que al ingerirlas, aumentara su deseo y potencia sexuales, pero científicamente no hay nada comprobado al respecto. Lo que sí se tiene probado es que algunos medicamentos tienden a disminuir el deseo y rendimientos sexuales, tales como algunos antidepresivos y algunos antihipertensivos, por que la persona que los consume deberá consultar con su médico, si es que llegara a notar una alteración en su funcionamiento sexual.

La famosa pastilla del amor, el viagra, que buscaba resolver todos los problemas de impotencia sexual, es uno más de los medicamentos que pretenden ser una panacea para las dificultades sexuales. Sin embargo, ésta droga no funciona si no va acompañada del deseo sexual hacia la otra persona, por lo que no basta con tomarla para lograr la erección, sino que hay que desear tener sexo con la otra persona, lo cual implica ya un interés y un esfuerzo motivacional.

Todas las drogas que supuestamente incrementaran el deseo y rendimiento sexuales, conllevan serios daños en el aparato genital reproductor y en el equilibrio emocional si se ingieren de manera abusiva, dando por consecuencia serias dificultades para llevar a cabo la función sexual, tales como impotencia, eyaculación precoz, coitos dolorosos, anorgasmia o dificultades para alcanzar el orgasmo, dificultades en la eyaculación, alteraciones hormonales en la producción de testosterona y de estrógenos, generando en los varones características físicas femeninas y en las mujeres resequedad vaginal e inapetencia sexual.

El órgano sexual más poderoso de hombres y mujeres es la mente, es por ello que a través de las diferentes drogas y a lo largo de la historia de la humanidad se ha intentado influir sobre ella con la esperanza de obtener mejores resultados sexuales. Pero la mejor  droga para estimular el deseo sexual y lograr un buen rendimiento sexual, es la salud y equilibrio mental de la pareja. Sin esto, las más potentes drogas y estimulantes, en el mejor de los casos, solo ayudarán a conseguir un remedo de goce y rendimientos sexuales. Incluso las personas de más de sesenta años que se han mantenido placenteramente activas sexualmente, no necesitan de ninguna droga para alcanzar experiencias orgásticas muy satisfactorias.

Una buena alimentación, ejercicio físico regular, relaciones amorosas satisfactorias, un equilibrio mental sano, conocimiento de la sexualidad propia y del otro sexo, disminución de la represión y de los prejuicios sexuales y la práctica cotidiana y placentera de las relaciones sexuales con la pareja deseada y amada, son los mejores ingredientes para mantenerse activo y en forma sexual durante toda la vida.

Abr29
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LAS FANTASÍAS SEXUALES.

By Marco Antonio Perez Mora - Parejas, sexualidad

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La naturaleza hace los cuerpos y la psicología y cultura las fantasías, juntas pueden llevar al hombre y a la mujer al paraíso del placer sexual ilimitado y sin costo alguno.

Las fantasías sexuales las puede tener todo el mundo y existen como una manera económica de obtener placer sin tener que hacer mayores esfuerzos físicos. Desde los primeros meses de vida, el bebé tiene la capacidad de fantasear y ésta la desarrollará en base a sus cotidianas experiencias sobre lo bueno o malo que sienta al mundo que lo rodea y la manera en que experimente la satisfacción de sus necesidades. La fantasía la empleara como una forma de economizar energía libidinal. Así, cuando la mamá se tarde un poco más en darle el pecho o el biberón o en aparecer para calmarlo, el bebé recurrirá a los recuerdos de los momentos en que fue satisfecha su necesidad y se calmara con dicho recuerdo, esto es, fantaseara que su madre lo está satisfaciendo en su necesidad, aunque en la realidad no sea así.

La capacidad de fantasear está ligada con la de jugar, crear y recrear su mundo. Una persona que se la pasa fantaseando sin aterrizar los pies en la tierra, tendrá problemas con su mundo circundante, porque no se adaptara a su realidad, pero una persona incapaz de permitirse fantasear empobrecerá su mundo interior y sé vera muy limitado y sin aspiraciones.

En la vida sexual, las fantasías sirven como estímulo para la relación y como una manera de acrecentar el placer obtenido con la pareja sexual, o a solas si no se la tiene a la mano. En la medida que la persona se permita fantasear experiencias con su pareja o con algunas otras personas sin sentirse culpable por experimentar placer por ello, su vida sexual se verá enriquecida.

Las fantasías pueden ser con la pareja actual o con otra, de tener ciertas posiciones, de ser tocado en determinadas partes del cuerpo, de ser otra persona, tal como un artista o algún súper héroe, de durar eternidades en la relación sexual, de alcanzar un orgasmo cósmico,  o de hacerlo una y mil veces de manera exitosa.

Existen fantasías sexuales que pueden hacer sentir culpable a quien las tiene, tales como las de ser infiel con la pareja, o las de tener experiencias homosexuales, sin ser homosexual, o las de hacerlo con menores de edad o con algún familiar cercano, pero en la medida en que solo sean fantasías, la persona no debería sentir ninguna culpa y si permitirse la excitación y el placer de tenerlas al estar con su pareja.

También existen algunas fantasías que suelen ser inconscientes, esto es, la persona no sabe que las tiene, pero que lo excitan y pueden hacerla sentir mal al grado de sabotearle el placer sexual que debería o podría tener, si no las experimentara como prohibidas por su conciencia moral o súper yo.

Cuando se tiene la confianza y seguridad de contar con una pareja comprensible y amorosa y de criterio maduro, compartir las fantasías sexuales suele acrecentar el placer obtenido en la relación, además de que se fortalecen y estrechan los lazos afectuosos y sexuales entre ambos. Cuando las inhibiciones, prejuicios y sentimientos de culpa son fuertes, las fantasías son reprimidas y la vida sexual se hace pobre y rutinaria con el consecuente perjuicio para la relación sexual y amorosa de la pareja. Por ello es recomendable que las personas se permitan entrar en contacto con sus fantasías y en la medida de lo posible y que no perjudiquen a la pareja ni a terceros, se atrevan a llevarlas a cabo en la intimidad de la alcoba.

Las fantasías sexuales son una buena ayuda para enriquecer las experiencias sexuales, sobre todo cuando son compartidas con la pareja y ésta las acepta.

Si las personas se permiten desahogar sus inquietudes sexuales en un ambiente de respeto y afecto hacia su pareja, cualquier fantasía será buena para enriquecer la experiencia sexual.

Abr11
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LA SEXUALIDAD DE LOS RECIÉN CASADOS.

By Marco Antonio Perez Mora - Familia, Parejas, sexualidad

 

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Para que la vida sexual de una pareja funcione lo mejor posible, se requiere que desde el noviazgo, o por lo menos desde la luna de miel, se hable sin miedos ni prejuicios acerca de los gustos y necesidades de cada uno en relación a la vida sexual. Es conveniente que si no saben mucho el uno del otro, dialoguen con confianza, respeto y franqueza, pues solo así podrán llegar a conocerse y satisfacerse mutuamente, en esta parte tan vital de toda relación conyugal, que es la que los ha llevado a unir sus vidas en matrimonio.

Debido a las fallas en la educación sexual, algunas parejas pasan por alto esta parte tan importante para la salud emocional y sexual de todo ser humano y dan por hecho que las cosas irán mejorando con solo dejar pasar el tiempo, pero no sucede así.

Es conveniente que ambos hablen de las cosas que les gustan y de las que les angustian, que sepan decirle al otro en qué partes de su cuerpo sienten más placer y en cuales displacer, que puedan manifestar en qué posición sexual obtienen mayor satisfacción y excitación y en cuales les resulta incomodo hacer el amor, que puedan aclarar sus dudas acerca del funcionamiento del cuerpo del otro y del propio.

Una pareja que se ama y confía en su contraparte, comprenderá los temores y ansiedades de su partenaire y tratara de ayudarla a vencerlas para lograr disfrutar de un mayor placer sexual. Para ello es indispensable que exista, además del amor y el respeto por el otro, una madurez emocional firme y sólidos conocimientos sobre la sexualidad masculina y femenina y que sus relaciones sexuales se liberen de los sentimientos de culpa que tanto daño suelen causar.

Cuando los recién casados comparten sus dudas, conocimientos y experiencias sexuales, logran una mayor compenetración y entendimiento que fortalece y enriquece su vida sexual y amorosa, en beneficio de un fortalecimiento de su unión, contribuyendo a forjar familias más sólidas, respetuosas, amorosas y armoniosas.

Es muy importante que ambos sepan que la mente y el cuerpo de hombres y mujeres funcionan y responden de manera diferente ante los estímulos sexuales. El hombre debe saber y comprender que su pareja requiere de cierto tacto, ambiente, dialogo y caricias para poder soltarse y lograr una adecuada excitación que le permita sentirse amada, deseada y comprendida en su sexualidad y en su persona total. Si esto se da, ella se entregara a su pareja sin limitaciones, pues confiara en su hombre, se sentirá protegida, deseada, amada y respetada. Los tiempos de deseo y excitación varían en el hombre y en la mujer y ambos deberán irlos conociendo y manejando para no caer en los perjudiciales malos entendidos.

La mujer deberá comprender que su compañero logra una excitación más rápida que ella, pero al mismo tiempo la pierde con mayor facilidad. Es importante que comprenda la urgencia de su deseo por llegar  a la penetración, pero deberá saber tranquilizarlo y pedirle que la estimule en las zonas que a ella más placer le den: senos, pezones, piernas, muslos, hombros, clítoris, glúteos, etc.

Si ha habido fatiga y alcohol de por medio, por aquello de la fiesta de la boda, vale la pena posponer la primera relación  sexual para cuando ambos se sientan relajados y dispuestos y no hacerlo solo porque eso toca hacer en esa noche. Si la pareja ya tuvo relaciones sexuales antes de la boda, entonces ya se conocen y podrán esperar el momento más idóneo sin tanta ansiedad. Si es su primera vez, entonces con mayor razón deberán estar en sus cinco sentidos para que el «sexo sentido» se desarrolle a toda su capacidad y la experiencia sea bellamente inolvidable.

Los recién casados suelen llevarse algunas sorpresas por los hábitos personales de su pareja, que desconocían por no haber convivido con ella con anterioridad. Hábitos tales como los rituales para irse a la cama, al baño, levantarse de la mesa, la manera de masticar, la forma de quitarse la ropa, la manera de dejar el baño después de la ducha, la forma de dejar el lavabo después de lavarse los dientes, etc. Si se logran hablar y dialogar sobre sus diferencias y sorpresas podrán llegar a arreglos beneficiosos e impedir que estas pequeñas o grandes molestias afecten su vida conyugal.

Algunas mujeres se inhiben mucho si su pareja desea verla desnuda y prefieren tener sexo a oscuras y con las sabanas encima de sus cuerpos pues les apena mostrarlo, porque piensan que su compañero se arrepentirá de haberse casado con ellas, pero si no lo hablan y aclaran, esto podrá hacerle creer a su compañero que no lo quieren y disminuirá su deseo sexual y aumentará su frustración y enojo, con la consecuente merma en la calidad de su relación sexual y emocional.

También hay hombres a los que les apena que su pareja los observe desnudos. Si a las mujeres les avergüenza que les vean los senos y los glúteos, a los hombres les suele apenar que les vean su pene, sobre todo si creen que es muy chico o defectuoso para su gusto.

En cuanto a la relación sexual en sí, es importante que ambos dialoguen después de la misma acerca de lo que más les gustó y de lo que les haya molestado, desde el ambiente, como el ruido, la luz, el colchón, etc., hasta la manera de ser estimulados: pellizcos, mordiscos, pocas caricias, irritación o dolor en los genitales, etc. para que ambos puedan corregir las fallas y enriquecer los aciertos.

Si la pareja logra tener una buena comunicación respecto a sus preferencias sexuales, sin temores infundados y sin prejuicios y pueden compartir sus fantasías sexuales sin culpa, pena, ni vergüenza, podrán enriquecer su experiencia sexual, fortalecer sus lazos afectivos y obtendrán una póliza de garantía de que su vida amorosa durara más tiempo del que lo haría  si no lo hicieran.

Para saber más.

Estrada I. L. Para entender el amor: Psicoanálisis de los amantes. Grijalbo, México.

Masters, W y Johnson V. El Vínculo del placer. Grijalbo, México.

 

 

Mar31
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EL FETICHISMO SEXUAL.

By Marco Antonio Perez Mora - Parejas, Psicoterapia, sexualidad

 

fetichismo

 

 

El fetichismo  está considerado dentro de las desviaciones sexuales porque el sujeto fetichista obtiene placer a través del objeto fetiche y no en la relación completa con la persona con quien se relaciona. El término proviene del empleo que hacían los pueblos primitivos de objetos a los que les conferían cualidades mágicas, llegando a creer que su posesión los protegería de algún mal en especial.

Pero ¿por qué algunas personas se inclinan por el fetichismo como medio de descarga de su sexualidad? ¿Qué hay detrás del fetichismo? ¿Es solo una elección diferente sin mayores consecuencias? O ¿es producto de algún trastorno emocional y de la vida sexual?

En algunos casos el fetichista se excita y llega  la descarga orgásmica en ausencia de la persona, solo basta que posea un objeto usado por la persona deseada para lograr su objetivo. Puede ser una prenda íntima, un zapato, unas medias, un mechón de pelo, etc. Es por esta razón que sus relaciones son pobres y no se interesa por las personas con las que comparte su limitada sexualidad.

Sin embargo, dentro de las relaciones sexuales de algunas personas «normales», el fetichismo suele jugar un papel importante, como es el caso del marido que se excita más fácilmente si su mujer usa un determinado tipo de ropa íntima o algún otro objeto en especial, o si se perfuma con ciertas fragancias, aunque en estos casos el objeto fetiche es solo un auxiliar en las relaciones y no suple a la persona de su pareja sexual.

Dentro del problema del fetichista lo esencial es que no se preocupa por la persona con la que esta, sino solo por obtener su satisfacción personal, la cual no es tan completa como la de quienes no padecen este tipo de desviación sexual, pues la entrega sexual es más completa en éstos últimos, pues toman en cuenta  a toda la persona y no solo una parte del cuerpo de ésta.

El fetichista sufre de angustia frente a los genitales de su pareja y es por eso que necesita centrar su atención en un objeto diferente para poder permitirse la excitación sexual y lograr una descarga erótica. Teme darse cuenta  de que la mujer no posee un pene, ya que en su niñez creyó que las mujeres lo tenían,  y al descubrir que no es así, cayó en una angustia de castración terrible que lo llevo a preferir la presencia del objeto fetiche y no a la persona de carne y hueso, para alcanzar la excitación sexual.

Los objetos del fetichista sexual generalmente tienen alguna relación con los genitales masculinos: trenzas, pelo, zapatos, medias, botas, que por su forma, color u olor se asocian con los genitales, de tal forma que al estar frente al objeto fetiche inconscientemente hace una negación de la realidad y puede tener la anhelada excitación sexual.

Este tipo de desviación se presenta por lo general entre los varones y suele aparecer en la adolescencia. En la medida en que no afecta a terceros solo genera una experiencia empobrecida de la vida sexual del fetichista. Cuando comparte con su pareja su problema, ésta suele tener sentimientos de que lo menos importante es ella, pues si no está presente el objeto fetiche, el sujeto no logra excitarse, por más que diga querer a la persona que lo acompaña.

En tanto que limita la calidad de vida sexual, el fetichismo es un trastorno de la misma y como tal debe atenderse. Sin embargo, la mayoría de las personas que padecen de alguna desviación sexual raramente solicitan ayuda psicoterapéutica para resolver la misma, pues están acostumbradas a desahogar su necesidad sexual con sus objetos fetiches, aunque dicha satisfacción sea incompleta. Los fetichistas prefieren la seguridad del objeto fetiche, que nos les pide nada, que la presencia de una persona que demanda ser tomada en cuenta.

El trastorno tiene su origen en la infancia y está asociado a la conducta infantil de poseer un osito de peluche, una cobijita o algún otro objeto que necesitan para irse a dormir sin angustia y que de alguna manera suple la figura de la madre, pero no todos los que usan este tipo de objetos en la infancia se transforman en fetichistas. Solo lo harán aquellos que no hayan sabido resolver adecuadamente su angustia ante el conocimiento de las diferencias sexuales entre niños y niñas y que se hayan quedado fijados en una experiencia de angustia de castración, esto es, que hayan temido perder sus genitales masculinos y convertirse en mujer.

Cuando llegan a la adolescencia y la vida adulta, el fetiche les servirá como tranquilizante de sus miedos infantiles.

Cuando un fetichista solicita ayuda psicoterapéutica lo hace, casi siempre, presionado por la inconformidad de su pareja sexual o porque se ha cansado de tener descargas sexuales incompletas e insatisfactorias y anhela poder amar a su pareja por sí misma y no por la presencia del objeto fetiche. En estos casos es cuando el psicoanalista puede hacer algo por el paciente que padece de fetichismo.

Es importante resaltar que un fetichista no es ningún degenerado, ni es una mala persona por esto. Son personas que no han tenido la posibilidad de tener una vida sexual más plena y satisfactoria y que a veces sufren por ello.

Para ayudar al fetichista:

No debe rechazarlo por su problema.

Si es su pareja sugiérale que busque ayuda profesional, a menos que a usted no le afecte en su vida sexual.

No lo vea como si fuera un bicho raro.

Comprenda que es una más de las fallas que se dan en la vida sexual humana.

Pídale que reflexione acerca de lo satisfactorio que es compartir la sexualidad con otra persona y no con objetos inanimados como los fetiches.

Para saber más:

Socárides Charles. Las perversiones sexuales, Universidad de Guadalajara y Asociación Psicoanalítica Jalisciense.

Pérez F. Celia J. Antología de la sexualidad humana, tomo 3. Miguel Ángel Porrúa.

 

Mar26
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¿POR QUÉ SE EMBARAZAN LAS ADOLESCENTES?

By Marco Antonio Perez Mora - Adolescentes, Psicoterapia, sexualidad

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Es sorprendente que en pleno siglo XXI se sigan embarazando, sin planearlo, muchas chicas adolescentes, menores de los 18 años. Todo debido a los grandes tabúes que siguen existiendo en la sociedad, a pesar del gran desarrollo que ha tenido el estudio de la sexualidad, pues continúan predominando la desinformación, la angustia y el miedo para hablar clara y concisamente sobre el tema.

Recientemente un niño de 11 años que cursa el 6 año en una escuela particular de cierto prestigio, refería que en su salón no les dieron los libros de ciencias naturales, que solo su maestra tenía uno pero no se los prestaba; todo para que no tuvieran acceso a la información sobre reproducción que allí aparece.

En las secundarias, en las preparatorias, supuestamente progresistas y en las universidades no se habla explícita y abiertamente de la sexualidad humana. A lo más que se llega es a hablar de la reproducción biológica, descontextualizada de la sexualidad, la sensualidad, el erotismo y el placer.

No son pocos los estudiantes universitarios que desconocen cosas básicas de su sexualidad y de las del sexo opuesto, razón por la que cuando se enfrentan con sus deseos y su erotismo a flor de piel, no saben qué hacer para evitar un embarazo, cuando han decidido tener relaciones sexuales con su pareja.

Muchas adolescentes resultan embarazadas en su primera y única relación sexual, que por lo regular no es satisfactoria, porque la tienen con angustia y con ignorancia de lo que podrían hacer para gozar más y temer menos, sin resultar embarazadas.

 Hoy en día existen muchos medios de comunicación que hablan sobre la sexualidad, pero en los hogares sigue siendo un tabú hablar del tema. Es curioso que muchos padres se nieguen, por miedo e ignorancia, a hablar con sus hijos varones de los vericuetos de la sexualidad, con el argumento de que a ellos nadie les dijo nada, solo que no reconocen que por eso mismo están como están en su empobrecida vida sexual. Muchos padres delegan en su pareja la responsabilidad de hablar con los hijos del tema y muchas de ellas no lo pueden hacer por la pena y vergüenza que sienten de tocar el punto con sus hijos, razón por la que lo evitan y los dejan en las tinieblas y a merced del poco o regular conocimiento que puedan adquirir por sí mismos, privándose de la excelente experiencia de abrirles los ojos al maravilloso mundo de la sexualidad, el erotismo y el placer responsables.

El no educar dentro del hogar en la sexualidad, propicia que las adolescentes inicien su vida sexual a una edad más temprana que cuando han recibido una adecuada y sana educación al respecto, así pues, para disminuir los índices de embarazos indeseados en las adolescentes, sería recomendable que los padres reflexionaran acerca de sus prejuiciosas actitudes sobre la sexualidad, rompieran con sus tabúes y adquirieran el valor de prepararse para hablar con sus hijos e hijas de las maravillas de la sexualidad y el ejercicio de la misma con responsabilidad y conciencia de las consecuencias.

Mar17
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SEXUALMENTE AMOROSOS.

By Marco Antonio Perez Mora - Parejas, Psicoterapia, sexualidad

pareja enamorada

La sexualidad y el amor no siempre van de la mano, como sería el deseo de muchos, pues el impulso sexual suele imponerse sobre la razón y el sentimiento, por lo cual algunos pueden tener sexo con personas a las que recién han conocido, a las que no los une ningún tipo de lazo, salvo el imperioso deseo de la descarga pulsional, muchas veces contaminado con violencia. Es relativamente fácil tener sexo con cualquiera y de cualquier modo, lo que es más complicado en tenerlo con amor. Sin embargo, la mayoría de las personas reconoce que el sexo amoroso es más placentero, completo y satisfactorio que cuando esta ausente el vínculo afectivo.

Llegar a ser sexualmente amorosos implica un largo proceso de maduración, que conlleva el compromiso, la confianza, la responsabilidad, la reciprocidad, la intimidad, la entrega y el interés por la pareja. El placer propio se funda en el placer del otro. En cambio, en el sexo por el sexo, lo que prevalece es el placer personal, sin importar lo que sienta y piense el compañero (a).

Como todas las cosas buenas de esta vida, el sexo con amor es algo más complicado de alcanzar; sin embargo, la intensidad del goce sexual que se obtiene, desquita con creces el esfuerzo de hacer todo lo necesario para lograrlo. Una relación sexualmente apasionada suele darse durante el noviazgo, cuando ambos creen que se aman con locura, sin embargo el amor requiere de tiempo y madurez para florecer y no se debe confundir con este enamoramiento, pues el primero es producto del conocimiento, el compromiso, la confianza, la intimidad, la responsabilidad y la reciprocidad entre los amantes. Todo lo cual requiere que ambos sean personas que posean cierta madurez emocional y que tengan un equilibrio psicológico en el que se implica una fuerza yoica que refleje una buena auto estima, un control adecuado de los impulsos sexuales y agresivos, una confianza interna, lo que E. Erickson llamo la confianza básica y un interés genuino por el bienestar del otro.

Los jóvenes suelen confundir su apasionamiento, con el amor, debido a que la fuerza de sus emociones los lleva a una entrega y a una dependencia mutua tan fuertes, que están dispuestos a dejarlo todo por la compañía de la persona amada. Sin embargo, con el paso del tiempo se llegan a dar cuenta que su enamoramiento tiende a diluirse si no se abona y riega cotidianamente con el entendimiento, la comunicación, la comprensión y el compromiso. Claro que para que dos personas se puedan comprometer formalmente y decidan compartir su cuerpos, sus emociones, sus secretos, su espacio, su tiempo y su dinero, es necesarios que exista cierta pasión inicial, que les ayude a tomar la decisión de romper con la familia, con los amigos y con sus otras relaciones. Pero es necesario que experimenten juntos diferentes situaciones para poder enamorarse realmente. En primer lugar necesitan conocerse tal como son, para lo cual requieren dejar la idealización inicial y compartir sus pensamientos y fantasías más íntimos, así como sus anhelos, frustraciones y enojos.

La intimidad requiere de tiempo y de privacía juntos y según el sexólogo L McCary ésta se forma con los siguientes componentes: selección, reciprocidad, confiabilidad, mutualidad y gozo. Para lograr una buena intimidad y en consecuencia un buen sexo amoroso, es necesario que ambos se hayan elegido libremente, lo cual vuelve mutua la selección, pues ambos han decidido compartir sus vidas. Esto aumenta la confiabilidad entre ellos y no necesitan estarse justificando, disculpándose ni defendiéndose constantemente. Al confiar y comprenderse mutuamente, se desarrolla la reciprocidad y esto incrementa el deseo de compartir sentimientos y experiencias cada vez más profundas en la confianza de que no serán juzgados por el partenaire. Al desarrollarse y fortalecerse la intimidad, ambos crecen en seguridad personal y florece un sentimiento de aceptación que los lleva a un goce mayor en el intercambio sexual, facilitando una espiral dialéctica amorosa de disfrute sexualmente compartida.

Sentirse sexualmente amoroso provoca una sensación de plenitud y de realización personal, que genera una mayor fuerza del ego que permite una mejor flexibilidad y con menores demandas de tener otras relaciones interpersonales. Los amantes de este tipo son más capaces de reírse de todo y hasta de sí mismos y no necesitan justificarse ni aparentar todo el tiempo, pues no temen el rechazo del otro. Son capaces de manifestarse la ira y los enojos de manera adecuada para poder resolverlos, sin dejar heridas graves en la relación. Saben escoger el momento y las palabras adecuados para expresar aquello que les incomoda y sobre todo saben escuchar activamente al otro, retroalimentándolo, clarificando y confirmándolo en lo que manifiesta.

Cuando se esta sexualmente enamorado (a), se respeta, se admira y se quiere al otro tal como es y se le ayuda en su crecimiento personal, participando de sus anhelos, sueños y logros. En lo sexual se preocupan uno por el otro en satisfacer los gustos y necesidades, por raros, simples o diferentes que parezcan. Si al otro le gusta, entonces hay interés en agradarlo, siempre y cuando no se dañe a terceros. El saber que el otro (a) se siente complacido con lo que se le ofrece, es motivo suficiente de placer y de disfrute personal: “me encanta verte disfrutar con lo que hacemos”. Y el otro dirá algo semejante “me fascina que te guste complacerme, porque eso me hace quererte más y desear complacerte en lo que a ti te gusta”.

El psicoanalista Harry Stack Sullivan afirmo que “el amor existe cuando la satisfacción de la seguridad de la otra persona se vuelve tan significativa para uno como la propia satisfacción o seguridad”. Es por ello que el estar sexualmente enamorados conlleva el interés por la complacencia mutua.

Mar2
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EL MITO DE LA VIRGINIDAD.

By Marco Antonio Perez Mora - Parejas, sexualidad

MUJER

La exigencia de algunos hombres de que la mujer que aman sea virgen antes de su primera relación sexual obedece a la necesidad de establecer un control sobre ella a través del sometimiento, entendido sobre la base de considerarse el primer hombre que penetra en el territorio vaginal y virginal de su «amada».

Para algunos hombres, si no hay sangre en la primer relación sexual, es una frustración que deja insatisfecha su sed de sometimiento a la mujer, a la cual se le vive como amenazante y para contrarrestar dicha angustia se le necesita ver herida y lastimada en sus genitales. Si ésta sangra, es señal de que se le ha dominado, por haberla lastimado, si se le ha lastimado es que uno es más fuerte que ella y eso reasegura al hombre inseguro de sí mismo por la angustia de castración que se despierta frente a los genitales femeninos; estos hombres necesitan reconfirmarse en su masculinidad, viendo sangrar los genitales femeninos y no los suyos. En realidad los hombres que privilegian a la virginidad por encima de la mujer, sólo demuestran su miedo e inseguridad sobre su propia masculinidad, la cual no esta exenta de temores sobre su identidad sexual.

En la edad media, los señores feudales tomaban posesión de las mujeres en su primer noche de bodas para señalar su poderío sobre sus súbditos, la famosa primae noctis, o primera noche, que generaba mucho rencor por parte de la mujer así violentada en su intimidad y que los varones se veían sometidos a permitir so pena de castigos severos y a veces hasta la muerte.

En ciertas culturas antiguas y algunas actuales pero primitivas, se le teme a la mujer virgen y se busca que sea otro el que la desflore antes del matrimonio, para así quedar libre del supuesto enojo que despierta la desfloración femenina.

En la cultura occidental se ha concedido demasiada importancia al factor de la virginidad por la influencia de la iglesia católica que pone como modelo de mujer a la virgen María y también como una manera de poder garantizar la paternidad de los hijos. Sin embargo, hoy en día, con los avances en el control de la natalidad y la mayor libertad de la mujer para establecer relaciones sexuales, la virginidad ya no es tan relevante como antes, sobre todo entre los hombres que poseen cierto grado de cultura y preparación académica, pues se valora más a la mujer en sí misma que a su himen, aunque en las culturas conservadoras y sometedoras persiste la idea de que la mujer sólo vale si llega virgen al matrimonio. Es por ello que muchos padres ponen el grito en el cielo si se enteran de que su hija ha tenido relaciones sexuales antes de casarse y no son pocas las madres que las humillan y rechazan por haberse permitido gozar sexualmente, perdiendo su «tesorito» fuera del matrimonio, obligándolas a casarse aunque éstas no estén totalmente enamoradas de su pareja.

Lo que muchas personas desconocen es que la virginidad suele perderse por muchas razones diferentes a la de tener relaciones sexuales, tales como andar en bicicleta, patinar, caerse, subir arboles, etc. y esto puede suceder desde la infancia, por lo que la mujer no necesariamente tiene que sangrar en su primer coito. Por otra parte, existen hímenes tan elásticos que solo se llegan a romper en el momento del parto o en un examen ginecológico, pero no en una relación sexual, por lo que se puede cometer el error de culpar a la mujer de no ser virgen, cuando ésta puede llegar a su primer parto con dicho tejido entero.

Ante el mito de la virginidad, algunas llegan a derramar líquidos rojos sobre las sabanas, como agua de jamaica o catsup,  y a expresar dolor en la primer noche aunque realmente no lo sientan, con el fin de hacer creer a su pareja que eran vírgenes y así no correr el riesgo de ser rechazadas, pero esto las priva de gozar realmente de su primer relación sexual con la pareja que aman.

El mito de la virginidad es uno de tantos que existen en materia de sexualidad y que deberían desaparecer del planeta para beneficio de ambos sexos, para ello es necesario que:

No se les eduque, tanto a hombres como a las mujeres, en la creencia de que la virginidad es más importante que la mujer.

Se le haga sentir a la mujer que ella vale por lo que es y no por un pequeño tejido en sus genitales, que puede romperse fácilmente.

No se les haga creer ni sentir que la sexualidad es mala y pecaminosa.

Educarlos con el ejemplo y trasmitirles la idea de que la sexualidad es algo bueno y placentero, que debe vivirse con responsabilidad y en su momento.

Propicie que confíen en usted para hablar del sexo y acláreles sus dudas lo mejor que pueda.

Incúlqueles el valor de la responsabilidad, para que sean capaces de amar con responsabilidad y no con culpa ni angustia.

Si le interesa saber más:

La sexualidad femenina de Francoise Dolto. Edit. Paidós.

Sexualidad normal y patológica en la mujer, de W. Eicher, edit. Morata.

Feb27
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HABLEMOS DE LA SEXUALIDAD.

By Marco Antonio Perez Mora - Parejas, sexualidad

 amor-tierno-amor

Hace más de cien años que Sigmund Freud, uno de los grandes genios del siglo XX y creador del Psicoanálisis, se dio cuenta que sus pacientes histéricas y neuróticas sufrían por la represión de sus deseos y fantasías sexuales y se atrevió a decirlo a la comunidad científica de su época, recibiendo un manifiesto y rotundo rechazo a sus tesis sobre la importancia de la vida sexual en la génesis de la salud mental o de la enfermedad. Médicos, neurólogos y psiquiatras por igual, lo rechazaron y le cerraron las puertas, acusándolo de degenerado y de estar equivocado en sus apreciaciones.

Por fortuna para la humanidad, Freud no se amedrento ante este rechazo y continuo investigando y tratando a sus pacientes con el método que con el tiempo sería lo que hoy es el psicoanálisis, escribiendo, publicando y enseñando a quien quisiera aprender, sus descubrimientos sobre la naturaleza psicológica y sexual del ser humano.

Después de él vinieron otros investigadores, como Havelock Ellis, los esposos Masters y Johnson, Helen S Kaplan y muchos más que han contribuido a fortalecer la disciplina de la sexualidad, al grado que hoy en día se imparte ésta como una especialidad y quien la toma se gradúa como sexólogo.

A pesar de todos los desarrollos en la materia, de las miles de publicaciones, programas de televisión, de radio y de películas, siguen prevaleciendo múltiples prejuicios y errores en la concepción de la sexualidad humana, con los consecuentes daños para la salud y la estabilidad psicológica individual, conyugal y familiar de millones de personas en todo el mundo.

Hablar de uno mismo no es fácil y hablar de la sexualidad de uno lo es menos. Hablar de la sexualidad humana es hablar de los afectos, las emociones, los sentimientos amorosos, del placer, del miedo, de la agresión, de la salud mental y de la locura, además de la biología de la reproducción y del funcionamiento normal y anormal de los aparatos genitales femeninos y masculinos. La sexualidad humana es mucho más que la relación genital, por eso ha sido tan difícil, que a pesar de los buenos intentos gubernamentales por la enseñanza de la sexualidad en las primarias y en las secundarias, se erradiquen los malos entendidos, que predominen los prejuicios y que sigan habiendo muchos universitarios que desconocen cosas fundamentales del funcionamiento de su cuerpo y de sus emociones ligadas a su sexualidad.

En la escuela y a través de los medios de comunicación se brinda información sexual, pero la educación sexual se adquiere en el hogar y son los padres los principales educadores, formadores o deformadores de la sexualidad de sus hijos. Es a través de la manera en cómo ven los hijos la relación afectiva entre sus padres, que aprenden a relacionarse con los demás. ¿Papá es capaz de darle un beso amoroso a mamá frente a los hijos? ¿Mamá es cariñosa con papá? ¿Los padres son cariñosos con sus hijos y no temen las manifestaciones afectuosas de contacto físico como los abrazos y los besos cariñosos? o ¿Los padres o alguno de ellos se refugia en la relación con sus hijos esperando de éste o éstos la satisfacción de sus necesidades sexuales que su pareja es incapaz de satisfacer? ¿Los niños duermen en la misma cama o habitación de los padres después de los seis meses de edad? ¿Los padres se angustian frente a la masturbación de sus hijos pequeños o adolescentes? ¿Son capaces de hablar con sus hijos acerca de la menstruación, las relaciones sexuales, el embarazo, los anticonceptivos, la homosexualidad, el aborto, y muchos otros temas que están a la orden del día en los medios de comunicación? o ¿Se hacen los sordos y creen que sus angelitos no saben de esas «cosas feas de la vida»? ¿Hablan con sus hijos de la importancia del placer sexual? o ¿Solo señalan lo malo y feo de la sexualidad, enviando mensajes de que es algo sucio y pecaminoso?

La educación sexual de los hijos inicia desde el momento que se los desea; ¿queremos un niño o una niña? ¿Al nacer lo queremos con su sexo biológico natural o hubiéramos querido que fuera diferente? ¿Aceptamos nuestra propia sexualidad? o ¿Tenemos conflicto con la misma?

Es necesario reconocer la existencia de la sexualidad infantil como un hecho natural en la vida del ser humano, así como comprender la sexualidad de los adolescentes y quitarse de los ojos las vendas que nos impiden ver lo maravillosamente placentera que es la sexualidad de uno como persona.

Los mitos, los prejuicios, los errores, las desviaciones y las disfunciones sexuales, así como las enfermedades venéreas, deben ser parte de la educación sexual, en base a información objetiva y científicamente comprobada.

 Si uno esta más satisfecho con la vida sexual de sí mismo, podrá ayudar a que el Otro, su pareja sexual, se sienta mejor y si cada uno contribuye con un poquito, los lazos afectivos y sexuales se fortalecerán Uno a Uno, para llegar a vivir con mayor plenitud la vida sexual de Uno en compañía del Otro y en beneficio de los demás.

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