LOS SUEÑOS ERÓTICOS.
La vida es sueño, decía Calderón de la Barca y “son realizaciones de deseos” postuló Sigmund Freud en 1900. Lo cierto es que todas las personas sueñan diariamente desde muy pequeñas y el contenido de sus sueños es lo que los hace placenteros o se convierten en pesadillas. Los sueños eróticos los tiene todo el mundo y mucho más quienes reprimen la libre manifestación de su sexualidad, sea mediante el autoerotismo o con una pareja. En éstos se llevan a cabo los deseos más fuertes del soñante y que, muchas veces, no es capaz de reconocer despierto. En un sueño erótico, se puede tener sexo con las personas deseadas pero que, por cuestiones familiares, de distancia, morales, religiosas o culturales, no es posible hacerlo en la realidad. Pero, como en el sueño la censura moral del súper yo queda debilitada y es burlada, entonces se le da rienda suelta al deseo, en la creencia de que se está llevando a cabo lo soñado, razón por la que en los hombres se da la polución nocturna y en las mujeres se erectan los pezones y hay lubricación vaginal al despertarse, con las consecuentes palpitaciones cardiacas y la sudoración de la piel, además de que en algunas personas se puede observar como jadean y se mueven dormidos. La mayoría de los sueños eróticos resultan placenteros, salvo en las personas que consideran a la sexualidad como algo malo, vergonzoso, pecaminoso y prohibido. En estos casos, suelen sentirse culpables y angustiados pues es algo que esta fuera de su voluntad poder controlar y mientras lo sueñan lo disfrutan, pero al despertarse, su conciencia moral los hace sentirse mal, por lo cual, buscan expiar en el día, lo que consideran es una mala acción.
Las personas que son capaces de ver en sus sueños eróticos, el resultado de una fantasía convertida en realidad onírica, los disfrutan, y al recordarlos en el día, se emocionan al revivirlos y los continúan gozando. Los sueños eróticos también sirven para desarrollar la creatividad sexual, pues al no estar presente la censura moral, el soñante se da la oportunidad de darle vuelo a su imaginación, con las ventajas del inconsciente y de los procesos primarios del sueño, descritos por Freud en su obra La interpretación de los sueños.
Los sueños eróticos pueden ser tan variados y excitantes como la imaginación y creatividad del soñante se lo permitan. Van desde las anheladas proezas de durar mucho tiempo en la relación, tener un cuerpo mejor que el real, poseer unos genitales de ensueño, conquistar a la persona deseada y no tenida, encontrar al príncipe azul, experimentar el mejor de los orgasmos, hasta situaciones de sexo colectivo, menaje a trois, con animales, con agresión estilo sado masoquismo, homosexuales, con el marido o mujer del vecino (a) o hermano (a) y hacerlo en los lugares más insólitos o frente al público, burlando las normas y reglas socialmente acatadas en la vida diaria. Intervienen los juguetes sexuales y el protagonista es amado (a) con pasión por uno (a) o varios (as) amantes solícitos y dispuestos a complacerlo sin limitaciones.
No existe nada de malo en cualquier tipo de sueño erótico, tampoco quiere decir que el soñante sea un pervertido o que le vaya a suceder en la realidad lo que ha soñado por arte de magia. Los sueños son producto de los deseos del soñante, que muchas veces no se atrevería a reconocer que tiene esos deseos, y solo bajo el influjo del dormir se permite darles salida en los sueños, tranquilizándose con la idea de que él no tiene dominio sobre lo que ha soñado y por lo tanto no es responsable. En otros casos, surge una decepción al despertar y darse cuenta que solo ha sido un sueño y que la realidad queda muy lejos del mismo, por lo cual se anhela lo experimentado en el sueño.
Quienes logran tener una vida sexual activamente placentera, no tienen tanta necesidad de recurrir a los sueños eróticos, pues en la vida real se encuentran plenamente satisfechos, realizando con su pareja las fantasías y experiencias que se les ocurren. No obstante esto, también suelen tener sueños eróticos como una continuación de lo realizado en la vida despierta, pero no con la frecuencia y emotividad de quienes se sienten frustrados con la expresión cotidiana de su sexualidad, como sucede con quienes están privados de su libertad, enfermos, incapacitados, alejados del contacto con sus parejas, de quienes han hecho votos de castidad o que por las dificultades con su pareja o para tenerla, se ven privados de obtener satisfacción sexual.
Los sueños eróticos son una válvula de escape que no hace daño a nadie y si permiten un sano y placentero desahogo de la tensión sexual, que le permite al soñante relajarse y vivir sus días con menos frustración y tensión sexual y emocional, mientras encuentra la manera adecuada de satisfacerse sin dañar a terceros. Contarle a su pareja sus sueños eróticos, puede ser una buena manera de mejorar la comunicación y de aumentar la confianza sexual entre ambos y quien escucha podrá pensar en qué puede hacer para convertir en realidad los sueños de su partenaire, con el fin de fortalecer su relación.