DIÁLOGOS CORPORALES.
El lenguaje del cuerpo es universal, pero debe ser traducido por cada persona para que el otro (a) comprenda cabalmente lo que se quiere expresar. En las relaciones de pareja se experimentan sensaciones y emociones muy intensas que se manifiestan mediante cambios corporales. Algunos son visibles y conscientes, otros son inconscientes. En el intercambio amoroso de las relaciones sexuales, las reacciones suelen ser muy intensas y generalmente placenteras, pero a muchas personas les resulta difícil y penoso hablar de ellas. A otras les angustia registrar emociones tan fuertes y no tener control sobre ellas.
Cuando la pareja rompe con los prejuicios aprendidos y logra expresar abiertamente sus emociones y sensaciones experimentadas en el intercambio amoroso, el conocimiento de ambos propicia un enriquecimiento y fortalecimiento del vínculo libidinal, facilitando un incremento en la intensidad del goce sexual. Para lograr esto es menester contar con la confianza en sí mismo y en el otro (a), de que lo que se exprese no será usado en contra de ninguno, que será aceptado, respetado y comprendido como parte de la personalidad de cada uno.
Estallar, penetrar, recibir, contener, poseer, entregar, atrapar, son palabras que describen algunas de las emociones que se despiertan en la relación sexual y definen el placer vivido en el intercambio libidinal.
El cuerpo reacciona ante ciertos estímulos, que pueden ser placenteros o desagradables. Lo importante es saber identificarlos y poder compartirlos con la pareja para que ésta los conozca y los realice, o los evite en su práctica sexual. Poder registrar en qué partes del cuerpo se disfruta más del contacto, sea suave o fuerte, agudo o grave, implica tener la sensibilidad de contactarse con las propias emociones y contar con la capacidad de dejarse llevar por las sensaciones físicas, sin angustiarse por los pensamientos que acompañan a tales sensaciones. Conlleva la libertad de permitirse el disfrute placentero sin sentirse culpable, sin juzgar si la sensación es buena o mala en términos de juicios de valor social y/o religioso. En algunos casos, las experiencias corporales pueden hacer creer, a quien las tiene y a su pareja, que son propias del otro sexo y las angustias homosexuales las tienden a bloquear.
Si un hombre siente placer cuando su pareja le toca las nalgas, el perineo o el ano, puede creer que eso lo convertirá en homosexual y se negara a ser tocado en esa parte de su anatomía. Intentará evitar que su pareja se dé cuenta del gusto que ha experimentado, pues teme que ella piense que es menos masculino sí reconoce el placer experimentado en tales zonas. Algunas mujeres se inhiben de expresar el gusto que les da colocarse arriba de su hombre y sentir que lo poseen, porque creen que su pareja pensará mal de ellas. Temen que él se sienta mal o que crea que es lesbiana, por el hecho de disfrutar el frotamiento de su pubis y clítoris con las nalgas de él.
El cuerpo tiende a reaccionar ante los estímulos, caricias, besos, fantasías y pensamientos. Sus reacciones suelen pasar desapercibidas para quien las tiene y muchas veces es la pareja la que se da cuenta de ellas. Cuando expresa su percepción sobre las reacciones de su partenaire, éste suele negarlas, sorprenderse o se siente descubierto en algo que le apena o avergüenza. Sin embargo, no debería pasar nada de esto, pues son reacciones propias de la naturaleza humana. Es normal, sano y hasta recomendable entrar en contacto con nuestro cuerpo, para reconocer aquello que nos complace y lo que nos incomoda en el intercambio amoroso con la pareja.
Es conveniente, y hasta imprescindible, saber reconocer lo que gusta en uno mismo y conocer lo que a la pareja le agrada para poder recibir y brindarle un mayor placer en el intercambio sexual. El cuerpo habla por sí mismo, pero es necesario que su lenguaje se verbalice para que la pareja lo conozca, acepte y comprenda. Si se aprende a traducir adecuadamente lo que el cuerpo registra, el otro (a) conocerá de viva voz lo que es agradable y placentero, así como aquello que incomoda o molesta en las relaciones sexuales.
Las parejas podrían hacer el ejercicio de tocarse todo el cuerpo e irle diciendo al otro (a) lo que se va experimentando. Cómo se sienten las caricias en el cuello, en el vientre, en los senos, en los pezones, en la nuca, en las piernas, en las nalgas, en el pubis, en las manos, en los dedos, en los pies, en el pene, en los testículos, en el perineo, en el ano, en los codos, en la cara, en la boca, en la vagina, etc. Es recomendable que se tenga un lenguaje claro y llano. Que se nombre a las partes del cuerpo pos su nombre, al pene, pene y a la vagina, vagina. Que se dejen a un lado las inhibiciones, las angustias y los temores a lo que dirá o pensará el cónyuge. Es mejor preguntarle a la pareja qué piensa de lo que se ha manifestado. ¿Le parece normal, raro, agradable o rechazable, lo que se ha expresado? si es así habría que dialogar al respecto. ¿A alguno de los cónyuges le desagrada que al otro le guste algo en particular? Si así fuera, es buena oportunidad para charlar sobre el asunto y sobre los propios prejuicios y temores.
También se debe ser consciente que cada persona es un ser único y por lo tanto responderá de manera particular a ciertos estímulos. Lo que a uno le agrada puede ser que para el otro sea totalmente indiferente o hasta molesto. Por ello es conveniente mantenerse con una actitud abierta, sincera, honesta, receptiva y respetuosa de lo que la pareja manifiesta, respecto a su lenguaje corporal y su manera de traducirlo en palabras.
Nos o guste o no, el cuerpo tiene su propio lenguaje. A veces una caricia, un movimiento, dicen más que mil palabras. Sin embargo, es recomendable hablarlo, clarificarlo y puntualizarlo, para no permitir los malos entendidos, que solo generan falsas interpretaciones y desencuentros amorosos. El cuerpo tiene su propio lenguaje y conviene saber descifrarlo y compartirlo con la pareja.
Inconsciente, sexualidad y albures.
Freud postulo que la mayor parte de nuestros actos están motivados por razones inconscientes, queriendo decir son ello que desconocemos el origen que motiva lo que hacemos. También planteo que muchos de nuestros deseos sexuales y amorosos tienden a ser reprimidos porque la familia y la sociedad los rechazan, de tal manera que se hunden en el inconsciente y tendemos a olvidarnos de ellos. Pero por otra parte, hablo de la fuerza de los deseos a través de la libido y de la agresión, lo que los hace aflorar por diferentes caminos: el cuerpo, los sueños, las fantasías, los actos fallidos y los chistes, son algunas de las manera en las que el Yo burla la censura impuesta por el Superyó y permite que afloren en la conducta y en la conciencia los contenidos que se han mantenido en el inconsciente.
La sexualidad, en todos sus aspectos, suele ser reprimida desde la infancia y solo se le permiten ciertos desahogos. Si los padres son comprensivos, no regañaran al niño que explora sus aéreas genitales, ni amenazara al adolescente que se masturba, al contrario, los orientara y educara en el ejercicio libre y responsable de su sexualidad, para que sean adultos maduros y capaces de ejercer una vida sexual placentera y responsable. Pero la mayoría de la población tiende e a asustarse con las expresiones de la sexualidad de los niños y los reprime con amenazas muy fuertes para que abandonen sus intereses eróticos desde temprana edad.
En los casos en los que la educación es permisiva y no agresiva, aun así los pequeños reprimirán una buena parte de sus deseos, como los edípicos que implican el deseo de posesión del padre del sexo opuesto y el anhelo de ocupar el lugar del padre del mismo sexo en el lecho conyugal. También reprimirán sus deseos de practicar una sexualidad para la que aun no están preparados. Los adolescentes tendrán que conformarse con la exploración auto erótica antes de iniciarse en la práctica de su sexualidad con alguna pareja, por lo que también reprimirán sus deseos, fantasías y curiosidad de exploración.
En la vida adulta, los contenidos reprimidos buscaran aflorar a la conciencia y harán que la persona intente darle satisfacción a lo que se reprimió en el pasado. Si logran hacerlo adecuadamente y dentro de los cánones permitidos por la sociedad, desahogaran sus deseos sexuales sin consecuencias negativas y alcanzaran cierto grado de satisfacción que los dejará complacidos. Pero si la realidad se interpone o la conciencia de culpa es muy represora, cualquier deseo que aflore a la conciencia, vía sueños, albures, lapsus o fantasías, serán reprimidos nuevamente y en el caso en el que la persona se de permiso de expresar esos deseos, la culpa le pasará una factura con altos intereses, a menos que su conciencia moral no esté muy fortalecida, entonces dejará que afloren sus deseos sin control. Es el caso de los sociópatas sexuales que no les importa el daño que puedan causar con tal de obtener su satisfacción.
Los hombres y las mujeres tienen maneras de burlar la censura impuesta por el superyó y de esta forma logran darle salida a sus deseos sexuales, que de otra manera permanecerían atrapados en el inconsciente. Mediante los chistes colorados, los albures, los actos fallidos y los lapsus linguae, así como a través de los sueños y de las fantasías, se pueden manifestar esos deseos, sin correr mayores riesgos.
Los chistes sexuales, las bromas y los albures son una manera socialmente permitida para hablar del sexo, sin angustiarse. Se pueden burlar de la forma de los genitales, del valor masculino o femenino, de la potencia sexual, de la orientación genérica, etc. Ya Freud lo describía en su artículo “El chiste y su relación con el inconsciente” de 1905. A través de los sueños y de las fantasías, se puede disfrutar de lo que en la realidad está prohibido y no se encuentra al alcance de la mano, sin angustia, pues el soñante se justifica diciendo “solo fue un sueño” y tiende a no darle importancia.
Los chistes, los albures, las bromas, las fantasías y los sueños nos ayudan a darle salida a nuestros deseos sexuales reprimidos, los cuales no nos atrevemos a reconocer por el temor a nuestra conciencia moral o “al qué dirán los demás”. Son opciones que nos facilitan el desahogo sexual sin poner en riesgo nuestra integridad ni la de los demás. En el caso de los chistes, las bromas y los albures, la risa es un complemento que aumenta el placer por permitirnos burlar al superyó, permitiendo que afloren los deseos que tenemos en el inconsciente.
Las personas que no son capaces de reírse de sí mismas, que se enojan con los chistes, las bromas y los albures sexuales, tienden a enfermarse de su sexualidad o de su mente, en grados mayores que quienes si disfrutan la expresión sexual mediante estos mecanismos. Los actos fallidos, los lapsus linguae y los sueños y las fantasías son una herramienta que tenemos para dejar salir nuestra imaginación y darle cumplimiento a los deseos que se han mantenido insatisfechos porque la realidad no lo permite o porque en algún momento de la vida decidimos que era malo hacerlo.
PARA GOZAR LA NAVIDAD.
Casi todo el mundo manifiesta, por estos días decembrinos, a diestra y siniestra los deseos de ¡Feliz Navidad! Se escuchan por la radio y la t.v, se ven en los periódicos y en los anuncios callejeros. Todo el mundo es invitado, conminado y obligado a tener una ¡Feliz Navidad!
De unos siglos a la fecha, se ha tomado el 24 de diciembre como la fecha a celebrar en familia, con más regocijo y euforia que cualquier otra, pues se conmemora un aniversario más del natalicio de Jesús. Los hogares se adornan con nacimientos mexicanos o con arbolitos gringos. Se hacen esfuerzos, chicos y grandes, por conseguir un regalo para los seres queridos, a veces sin importar que las deudas con los voraces bancos aumenten más. Algunas gentes viajan miles de kilómetros para estar con sus seres queridos en estas fechas. Otras se hablan o visitan por única vez en el año. Siempre con un espíritu de concordia y buena voluntad.
El espíritu navideño propicia que hasta en las calles la gente se desee lo mejor unos a otros. Es un estado de ánimo contagioso.
Los niños esperan con ansia sus juguetes, los adolescentes ropa, dinero, discos o un aparato electrónico, los adultos algún objeto de uso personal y los más privilegiados cambian de auto, de casa o los mandan arreglar para reestrenar.
Todos o casi todos entran en la euforia del festejo navideño. Se intentan y a veces se logran perdones y reconciliaciones por agravios hechos o recibidos.
Es una época del año, aunque pequeña, en la que se busca gozar con la convivencia interpersonal, fraternal, conyugal y familiar. Desde la infancia se inculca el gusto por el festejo navideño como una época especial y diferente al resto del año. La apariencia de las casas cambia, se adornan con los nacimientos y las luces navideñas, se hacen comidas y guisos especiales, se visita o se llama a los familiares y amigos no vistos hace tiempo. Se busca entrar en armonía con el ambiente y con los seres queridos.
La Navidad invita a compartir, a dar y a recibir, es una época para reflexionar y reconciliarse con uno mismo y con los demás. Invita a disfrutar y a gozar con la vida.
Para gozar la Navidad se sugiere:
1.- Recordar con alegría las cosas buenas que se han logrado y las experiencias gratificantes de otras Navidades.
2.- Reconciliarse previamente con quienes se desee, para convivir armoniosamente durante la Navidad.
3.- No discutir agravios y ofensas pasadas durante el festejo navideño.
4.- Tratar de dar lo mejor de sí mismo, sin llegar al grado de quedarse vacío.
5.- Explicarles a los hijos que lo que se les ha regalado es lo mejor que se les ha podido dar.
6.- Librarse de los impulsos consumistas y adquirir solo aquello que estén al alcance de los recursos económicos.
7.- Dialogar con los hijos, los padres, los hermanos o el cónyuge, para planear entre todos la manera en que se desea festejar la Navidad, de manera que todos la puedan gozar.
8.- Respetar y comprender que no siempre se desea estar en determinado lugar y con ciertas personas. La Navidad debe gozarse voluntariamente, no por decreto.
9.- Disponerse a ser flexible y ecuánime frente a los conflictos y frustraciones propias y ajenas que suelen florecer y empañar estas fechas de gozo.
10.- Comprender a quienes prefieren estar a solas en Navidad, sin permitir que su tristeza o aislamiento afecten el deseo propio de gozar con una ¡FELIZ NAVIDAD!
LA OBSESIÓN POR EL OTRO (A) DESPUÉS DE UNA INFIDELIDAD.
Cuando se da la infidelidad en algunos matrimonios, la víctima se siente muy dolido (a), engañado y decepcionado, al grado de que algunas veces llega a pensar en matar al otro (a), a su pareja o suicidarse, pues no tolera el desengaño que para él o ella representa saber que su partenaire se ha acostado con otra persona. Estas víctimas llegan a obsesionarse tanto con la infidelidad de su pareja, que le piden detalles de cómo fue o fueron las relaciones que mantuvieron con el otro (a). Suelen torturarse y torturar a su pareja pidiendo santo y seña de todo lo que hicieron. Quieren saber el día, la hora, el color de los calzones, el lugar, lo que sintió su pareja al estar con el otro (a), lo que el otro (a) hizo, si fue mejor que él o ella al hacerle el sexo y en cada ocasión que lo preguntan vuelven a pedir detalles de la infidelidad.
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LAS FORMAS Y PERIPECIAS DEL PENE
LAS FORMAS Y PERIPECIAS DEL PENE[1].
A través de la historia de la humanidad y de la geografía del planeta, el hombre siempre ha estado interesado e intrigado por las formas y rendimiento de su pene, pues ante la falta de información adecuada, los mitos sobre su preciado miembro, responsable de la supervivencia de la especie, se cultivaron en todas la épocas y latitudes, para darle cierta seguridad y confianza.
Esos mitos, cultos y fantasías sobre su forma, figura y función, se han esclarecido y tratado de diluir con el conocimiento científico sobre la sexualidad, hasta entrado el siglo XX. Sin embargo, continúan prevaleciendo en la mente de millones de personas de ambos sexos.
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NUESTRA ZONA VITAL.
«NO ME TOQUES».
Todos los seres vivos tienen la necesidad de que se respete una zona o espacio entre ellos y cualquier otro ser vivo. Cuando por diversas razones esto se viola, las reacciones de protección se ponen en marcha. En los seres humanos el espacio vital es variable pero no muy amplio. Voluntariamente se puede ampliar o restringir. Así por ejemplo cuando se viaja en el transporte público, el espacio vital se tiene que compartir con los demás pasajeros, pero si estos resultan desagradables, la persona se recorre y se queda cerca de quienes no le resultan desagradables o busca la cercanía de quienes le atraen. Cuando se esta enamorado o con la persona amada, se permite que dicho espacio se comparta, pero si se esta con extraños, se pone distancia, como cuando alguien se acerca demasiado en una fila o en una reunión, las reacciones son de tensión y de protección.
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HABLEMOS DE LA SEXUALIDAD.
Hace más de cien años que Sigmund Freud, uno de los grandes genios del siglo XX y creador del Psicoanálisis, se dio cuenta que sus pacientes histéricas y neuróticas sufrían por la represión de sus deseos y fantasías sexuales y se atrevió a decirlo a la comunidad científica de su época, recibiendo un manifiesto y rotundo rechazo a sus tesis sobre la importancia de la vida sexual en la génesis de la salud mental o de la enfermedad. Médicos, neurólogos y psiquiatras por igual lo rechazaron y le cerraron las puertas, acusándolo de degenerado y de estar equivocado en sus apreciaciones.
Por fortuna para la humanidad, Freud no se amedrento ante este rechazo y continuo investigando y tratando a sus pacientes con el método que con el tiempo sería lo que hoy es el psicoanálisis, escribiendo, publicando y enseñando a quien quisiera aprender, sus descubrimientos sobre la naturaleza psicológica y sexual del ser humano.
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DIÁLOGOS AMOROSOS.
El dialogo entre las parejas que se aman es un buen antídoto contra los malos entendidos y es la mejor manera de conocer las necesidades, deseos, anhelos y fantasías del compañero (a) sexual, con la intención de complacerlos. Sin embargo, la mala educación, la represión sexual y los prejuicios, impiden que la comunicación fluya adecuadamente, impidiendo el conocimiento del otro (a) y el disfrute de la relación amorosa. La mala comunicación es una de las causas principales de desavenencias conyugales, de ahí la importancia de aprender a dialogar amorosamente con la pareja y no temer expresar los deseos sexuales, para que el otro (a) los conozca y se interese en satisfacerlos.
El hablar de los deseos y las fantasías sexuales es una señal de confianza en el otro (a), ya que es la expresión de una parte muy íntima de cada persona. La confianza es básica en cualquier relación amorosa, pues con ella quien ama sabe que puede esperar reciprocidad de la persona amada. La confianza da la seguridad que se requiere para poderse entregar al otro sin miedos, sobre todo en el terreno de la sexualidad y para poder confiar en alguien es necesario conocerlo (a), pues de otra manera no es posible saber cómo reaccionara ante ciertas circunstancias. Para ello se requiere de un dialogo franco y abierto en el que ambos se sinceren y expresen su pensamientos y sentimientos sin prejuicios ni temores.
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LA DOBLE MORAL SEXUAL.
Desde tiempos añejos, el hombre ha tenido una doble actitud hacia la sexualidad. Por una parte dice atenerse a una serie de valores sexuales ligados a los preceptos religiosos establecidos antes y durante la Edad Media y por otra no puede olvidarse de sus impulsos sexuales, ligados a su biología, que lo atrapan en el deseo de satisfacer sus “más bajos instintos”. Pregona lo que en la práctica no logra realizar.
Algunas personas, cuando acceden al poder, sea de Estado, en su barrio, en la escuela, en la iglesia o en su empresa, suelen sentirse con el derecho de establecer las reglas morales, que no éticas, de lo que si se puede y debe hacer en materia de conducta sexual. Tienden a darse golpes de pecho si los demás se atreven a manifestar su sexualidad con mayor libertad y abusan del poder para someterlos, sin el menor miramiento por la integridad y dignidad de quienes no piensan como ellos. La Santa Inquisición, que fue más inquisitoria de la vida íntima de las personas, que Santa, es un ejemplo.
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